Lost-town II
Solo pude concluir algo, necesitaba volver.
El letrero de bienvenida a Lost-town completamente oxidado por los años nos recibió a las 12 en punto en el pequeño pueblo. A pesar de nunca haber estado en aquel lugar, había un aire familiar en cada una de las casas, lo pasé por alto cuando mi estómago empezó a gruñir. Jem me codeó en las costillas mientras reía.
– Alguien aquí tiene hambre – dijo.
– Si no te hubieses comido todas las papas, podría haber aguantado un poco más – le reprendí, recordando cómo había engullido las dos bolsas de pap...