Gambito (de zapatilla) de Dama (2)
Mi lengua penetró como cuchillo en mantequilla aquel delicioso coño, superé rápidamente la capa del pelo y pronto entré en su hendidura roja y carnal, salada y dulce a la vez, no imagine nunca que una lengua podría explorar tan remotos lugares...
Salí abatida de la habitación de mi querida directora, no sólo por la azotaina recibida, ni siquiera por la promesa de nuevas zurras semanales, sino porque me había prohibido jugar al ajedrez, y además mi querida Señorita Deardorff volvía a no confiar en mí, aquello era sin duda lo peor.
-¿Qué te pasa , blancucha? Hoy era tu última paliza, ¿a qué viene esa cara?
Le expliqué a Jolene todo lo sucedido, y esa noche además de ponerme su milagrosa crema en mi culo, fue un poquito más allá en sus cari...