Señora y pupila

Una Señorona en la posguerra, intenta inculcar valores a una desdichada muchacha, pero las cosas, no siempre son fáciles.

María había escapado de la miseria que la guerra había sembrado, en el sur de España, emigrando hacia el norte. Empezando una nueva vida muy lejos de su tierra natal, dejándose por el camino todo aquello de lo que podía prescindir, incluidas sus creencias, a sabiendas que el día que muriera, tendría que pasar cuentas de sus actos con Dios.

Trabajaba como criada en la casa del director de una enorme colonia textil. Y tras vivir los peores años de su vida y de haber perdido a su marido en el frente, vol...

Semana de castigo

Relato de amor y entrega marital, donde la esposa es la que manda, domina, y lleva la Disciplina de la casa, para que todo vaya como la seda.

Estábamos desayunando tan ricamente  mi mujer y yo en la cocina como todos los días, café, tostadas de tomate y aceite, y zumo de naranja, ella miró el reloj de la pared y dijo.

-Venga, no quiero que se te haga tarde, termínate eso.

-Cielo, no podrías perdonarme el castigo de hoy, tengo el culo en carne viva.

Ella me miró seria, sin decir nada, un mechón de su pelo largo le caía por  la cara.

-Cariño. ¿Cuántas veces hemos hablado esto? ¿Te he perdonado alguna vez algún castigo?

...

El sutil y delicado aroma del castigo.

Tribulaciones de un sumiso spankee acerca de su dominante esposa con relación a la disciplina matrimonial.

Estoy en el rincón de la alcoba, desnudo de cintura para abajo, y empiezo a sentir frío, frío en todo el cuerpo menos en el culo, el culo lo tengo hirviendo, y todavía le queda un buen rato así.

Mientras estoy así reflexiono un poco, y solo rememorar la tunda que acabas de darme hace que me excite, y pienso, seré vicioso...

Verte en zapatillas ya me pone cardíaco y si estás en plan Dominante spanker ya me salgo de los aparejos, cada vez que recuerdo alguno de tus gestos, tus frases, tus amenazas...

Mariana y Carmen (8)

Carmen va a un convento y las monjas se divierten.

Desde la inmensa paliza de aquel lunes, Carmen no volvió a intentar encontrar otro trabajo, sino a esmerarse totalmente en lo que hacía, y no desobedecer jamás a su Señora en nada, para que no volviera a pegarle de aquella manera.

Siguiendo sus órdenes, no volvió a usar pantis debajo del uniforme. Sólo unas medias que le llegaban a medio muslo, con una liga de silicona para que no se le cayeran. Por encima, sólo una combinación y el uniforme. De esa manera, cuando cometía cualquier pequeña falta, a ju...

Mariana y Carmen (7)

Una amiga de Mariana, Virtudes, entra en acción para ayudar en la "educación" de Carmen.

En cuanto Carmen llegó a casa de la Señora, el lunes por la mañana, supo que algo no iba bien.

Mariana no la esperaba acostada, como otros días, sino sentada en el salón, vestida con un elegante vestido de gasa naranja claro, con un pequeño escote y manga muy corta abombada. Un ancho cinturón blanco lo ceñía a la cintura. Las medias eran transparentes y en los pies, por supuesto, llevaba unas zapatillas que Carmen no conocía: abiertas por detrás, con una ligera cuña de goma y suela negra, eran de paño...

Mariana y Carmen (6)

Siguen las peripecias de ambas mujeres, pero el hijo de Carmen va tomando conciencia de su perversión...

Carmen pasó todo el fin de semana pensando en lo que había pasado. Cuando salió de casa de los Señores estaba tan decidida a dejarlos que aquel mismo sábado compró un periódico y llamó a varias casas, aunque ya era tarde, y sin ningún resultado, claro.

Y el domingo por la mañana repitió la operación. Pero ninguna casa le ofrecía lo que tenía en esa, además de que todas querían informes del último lugar donde había servido. El domingo por la tarde, con el culo ya mucho menos dolorido, empezaba a verlo...

Mariana y Carmen (5)

El señor de la casa entra en acción.

El sábado por la mañana, a las nueve en punto, estaban Carmen y su hijo Gabriel en casa de Mariana. En seguida vio la criada que la rutina sería la de siempre, pues allí estaban los restos del desayuno del señor y la señora, y ésta se debía de haber vuelto a la cama. Instaló al niño en la mesa del salón, y ella fue a ponerse el uniforme que la señora le había ordenado: el azul cortito. Gabriel la había visto muchas veces con la bata de servir, pero nunca con uniforme y cofia, y menos con uno como aquel. Car...

Mariana y Carmen (4)

La tensión y el morbo crecen y crecen entre Señora y criada.

Aquel día, cuando Mariana dejó a Carmen fregando de rodillas la cocina, se retrasó mucho en volver, para que a la criada le diera tiempo de sobra y ella, aunque tenía muchas ganas, no tuviera que castigarla. Le parecía que de momento era suficiente, porque su mayor interés era conservarla.

Por esa misma razón, los días siguientes, Mariana no avanzó en su educación. Tampoco quería ir para atrás, y siguió obligándola a calzarla y descalzarla, y a vestir a su señora por las mañanas, y cada vez más a menu...

Mariana y Carmen (3)

El morbo crece en la relación de la Señora con su criada.

Apenas dos semanas más tarde, Mariana estaba segura de que no quería perder a Carmen. No sólo le gustaba físicamente, sino que también había visto en ella la personalidad adecuada para lo que buscaba en una criada: la sumisión precisa, la que es desconocida hasta para la propia esclava hasta que se ve inmersa en ella, para compenetrar su estilo dominante.

Y precisamente por eso, anduvo con más cuidado que con otras sirvientas: de momento sólo se rozaba con ella casi lo indispensable, aunque sin hacer...

Mariana y Carmen (2)

Señora y criada siguen conociéndose.

La mujer que Mariana vio al abrir la puerta debía de tener diez o doce años menos que ella, era un poco más baja, morena, con el pelo recogido en una coleta, la cara redonda, donde destacaban poderosamente sus ojos verdes, la nariz pequeña y unos labios grandes y carnosos que despertaron inmediatamente la envidia de Mariana. Vestía unos pantalones vaqueros acampanados, a la moda del momento, y una camisa estampada oscura con una chaqueta beige encima. Llevaba también unos zapatos oscuros planos, un bolso pe...