Débil es la carne, Por suerte... (2)
Telmo y Graciana.
Las paredes de su prisión temblaron sin resquebrajarse , seguía sin la mayoría de sus mayores poderes, encerrada y la merced del labriego , humillante o no estaba obligada a cumplir sus deseos, aunque no por ello manipulara el resultado de los mismos.
El traqueteo comenzaba a irritarla , y no precisamente un angelito cuando conseguían enfurecerla. Azalel respiro profundamente el viciado aire del interior de la vasija. ¿ En verdad su sangre concentrada quemaba las bajas pasiones de esos campesinos?...