Gozando con el engaño

Penetrada reiteradamente durante toda la noche, no comprendía como un solo hombre podía hacerlo. Exhausta y al límite, con el amanecer lo entendí todo...

«¡Qué mal se conduce con tacones, joder!». Pensaba en lo poco acertado de la indumentaria, adelantando una hilera de camiones que ocupaba el carril central. Contestaba a sus bocinazos con el codo apoyado en la ventanilla y mostrando el dedo de manera explícita, hasta que me di cuenta de que el desvío estaba a pocos kilómetros. Me ceñí al lateral. Nunca he sido agresiva conduciendo, pero andaba nerviosa con la mandíbula agarrotada y el corazón palpitando, efecto de los chicles que mascaba. Había dejado...

Mis tetas, vendidas a un extraño

(Con ilustración en portada) Mis tetas nuevas serían el regalo de boda de Julián. Lo sé, es perverso pero me daba mucho morbo que él las estrenara, y esperaba que su mujer lo soltara un ratito para que viniera a gozarlas...

-Julián, por favor, te necesito... -le dije con el auricular en la mano.

Julián oyó esas palabras, con el eco de las campanadas nupciales repiqueteando aún en sus oídos. Ya era tarde para rectificar lo dicho, y me mordí los labios por haber sido tan clara. Estaba nerviosa y el sudor hacía que la tela se pegara a mi culo, pero no podía seguir con esa urgencia porque andaba muy caliente y había reservado esas tetas para él. Ya estaban a punto y las entregaría a quien me lo pidiera si él no quería...

Me follaron, él y su hermano gemelo

(Ilustrado) Mi chulo me lleva a casa de su hermano, pero yo desconozco que son gemelos. Superado el asombro inicial y haciendo honor a los tópicos, descubro que su pariente tiene similares medidas e intenciones...

Mi chulo tenía un hermano al que yo no conocía. Se llamaba Adrián. Esperaba nuestra llegada en su casa de la montaña, pero llegamos tarde porque nos entretuvimos practicando sexo con un bruto cuyo cigarro quemó mis tetas, sin querer o queriendo (Relato: Mis tetas, vendidas a un extraño). De nuevo en ruta, puse interrogantes a mis pensamientos: ¿Qué hacía ese tipo perdido en la montaña?, ¿sería mayor o más joven que él?, ¿estaría bueno y tendría una buena verga cómo su hermano? Sonreí algo preocupada....

Atrapada en la crisálida (3: Pasión celosa)

Vanessa comete un grave delito, y a pesar de su condición “trans”, es conducida a una prisión de hombres. Crisálida acude a verla y allí es cacheada a conciencia por un funcionario. Pasada la revisión de protocolo, se encontrará con Vanessa que le informará de su delicada situación: los aberrantes pero deliciosos abusos a los que es sometida día y noche.

Un año complicado. En agosto, Diana tuvo ese accidente y entregó su alma en ese puente homónimo quizá construido para eso, para romper corazones rotos. Nosotras adorábamos su aire de travelo adolescente y candoroso así como sus vestidos y sombreros dignos del desfile de carrozas del Día del Orgullo, y no entendíamos porque Carlos, ese macarra orejudo de sangre azul la había dejado por ese otro travelo de aspecto equino.

Fue el año en que estrené mis primeras tetas. También fue el mismo en que mi...

Atrapada en la crisálida (2: La intrusa)

De noche, y en una zona boscosa y apartada, Crisálida se ofrece a Julián en la precariedad de su automóvil. Tras una pausa recrean vivencias llenas de morbo, que los empujan a una nueva cópula con furor renovado.

Presente

Sigo en la habitación con las luces apagadas. La ventana me separa de la noche de Bangkok como el cristal de una inmensa pecera. El concepto "contaminación lumínica" no parece haber llegado a esas latitudes, y en la lejanía, el barrio de Patpong reverbera atrapando a sus luciérnagas infantiles. Se ven los destellos de algún helicóptero, transporte de magnates que asisten a cenar rodeados de sus zorras. Como otras ciudades del sudeste asiático, Bangkok bulle a todas horas.

Me levan...

Atrapada en la crisálida (1: Desvirgada)

Crisálida recuerda la primera vez que un hombre la hizo sentirse hembra y ella le entregó su virginidad. Aquel sórdido baño no fue el lugar más romántico pero sí el más morboso, y como lo gozó...

El zumbido del aire acondicionado me despierta. Abro los ojos y miro hacia la superficie acristalada que ocupa la pared frontal. Un puñado de esbeltas palmeras y el ocaso brusco del trópico me recuerdan que estoy en Bangkok. Los rayos de sol tiñen de naranja el blanco sanitario de la habitación antes de perderse en el horizonte.

Estoy tumbada en la cama y sólo mis tetas con sus curvas pronunciadas me impiden abarcar todo el paisaje con la mirada, extiendo las manos, las sobo, pulso los p...