Un nuevo goce
Cuando entré en esa casa-consultorio jamás pensé que el regordete calvo que me aplicaría esas nuevas técnicas de masajes me haría gozar como lo hizo.
Un día una amiga me comentó que en una casa discreta del residencial barrio de Palermo Chico hacían unos masajes "muy especiales" y se jactaba de haber hecho experiencias fantásticas allí.
Más por curiosidad que por necesidad fui.
Me atendió un mayordomo chino, que me hizo pasar a una habitación donde las persianas dejaban apenas atravesar el sol.
Era invierno, pero en aquella habitación el ambiente era tibio.
Me recomendó que me desvistiera y cubriera con una toalla que dejó di...