El Mejor Sexo, la peor Loca

Gasta hasta la última – ordenó mientras pululaba en torno suyo. Ella se masturbaba con aquel prodigioso instrumento….sus ojos abiertos, sus piernas alzadas, sus pies apuntados, el primer orgasmo, por sorpresa, soltando su corrida sobre el colchón y dándose la vuelta para metérselo por el culo – No dejes de disparar o te capo – amenazó con el rostro mezcla de placer y dolor con cada centímetro que le estaba entrando – Ayúdame, mételo entero. ¡Entero joder, entero!.

Una y otra vez, me preguntaba que hacía allí, conduciendo con las ideas lejos de la carretera, con el intermitente indicando aquel desvío que muy pocos tomaban….una vez más, hacia ella.

Ella, la causa de todos mis achaques, de mi peor debacle, de todo lo que quebró hace cinco años y tuve que recomponer humillado, suplicando perdón y rehaciendo los hilos que a su paso, quedaron rotos.

Tendría que haber tirado la carta.

Así, en un arrugón directo a la basura.

No todos los días recibes...

Nerea se da un capricho

Pero tanto a mi como a ella, en el segundo sin retorno, nos daba absolutamente igual que Javi se desvelara, nos sorprendiera y decidiera si se unía en trío o sacaba la espada. La primera lechada, aun con luz tan escasa, le hizo abrir los ojos, como si le desbocara el sentir mi semen abriéndose paso

Nerea se da un capricho

Iba a ser solo un fin de semana.

No más.

Bajar del pueblo, del monte donde mi vida se refugió, a la gran ciudad.

Recordar los viejos años universitarios, en compañía de aquellos con quienes se compartieron.

Solo eso.

La llamé.

Ella y su marido se mostraron encantados.

Vivían en un unifamiliar a las afueras, una casita sin pretensiones que pagarían a base de insomnio y una descomunal hipoteca.

Allá donde yo respiraba, por menos...

Entre las feas piernas de Mariajo

Antes de hacerlo, metí un dedo, dos, tres y su coño se abrió como si hubiera soñado durante meses con aquello. - Hace mucho que no he visto uno tan mojado. Cuando se la metí, jugué a ser delicado. - ¡Más fuerte ostias no me seas marica!. Y el orgullo herido hizo el resto.

Mariajo era fea.

Rematadamente fea.

Y sin embargo hacía años que oscuramente la deseaba.

Mariajo tenía la nariz aguileña, los labios comprimidos y los ojos diminutos, empotrados en sus cuentas.

Mariajo sobraba de varios kilos, atesorados en sus caderas, en su trasero, en la tripa y los brazos colgados y aunque estaba a medio camino entre lo rellenito y lo gordo, no cumplía con el canon clásico de la belleza.

Mariajo hablaba con voz gallinácea con esa mentalidad suya, tan provin...

Los Tacones Negro

El Bruno italiano que no daba una con el castellano, pero que se hacía entender de todas, todas con ese aspecto seguro y chulesco, propios de quienes fingen regresar cuando los demás ni hemos empezado. Ella no respondió. Ella se sacó la polla, se alejó con cuatro sutiles pasos para colocarse al bo

Caminé tras ella.

Lo hice con mucho disimulo.

Llevaba demasiado tiempo planeando aquel momento y no iba a ser yo quien la pifiara cuando apenas quedaban dos pasos.

Ella avanzaba con confianza, sin miedos, sin conciencia….sin arrepentimientos.

Sus tacones, esas agujas negras de ciento ochenta euros, perturbadoramente estilizados, resonaban en la acera nocturna, entre las paredes del callejón, en la avenida de semáforos rojos sin autos, paseo abajo, sobre el ajardinado sin verde y la f...

La Chispa

Penas sumaban cuatro horas desde que nos presentamos y sin medrar ni casi recordar nuestros nombres, ella hablaba de “chispa” para coartar lo que media hora antes la había llevado a insultarme mientras penetraba salvajemente la humedad de su entrepierna.

-         Tenías la chispa.

Y con eso, para ella, enredada entre el satén de las sábanas, todo pecado se justificaba.

Y ese todo, incluía aquella cama, aquella batalla desnuda y la sensación ingrata de no haber comprendido bien las razones por las que me deseaba.

No era mi cuerpo vulgar, ni mi polla mediana ni mucho menos las torpes trazas.

Apenas sumaban cuatro horas desde que nos presentamos y sin medrar ni casi recordar nuestros nombres, ella hablaba de “chispa” para coartar lo qu...

Alberto.....

Recordaba nuestros reencuentros, apasionados y jugosos como son todos los polvos reconciliatorios…tu pidiendo más y más, ordenando que te atravesara, que la clavara fuerte, sin piedad, con más brío, despiadado, casi hasta hacerte daño. Yo me asustada pero tu clavabas uñas, gritabas, movías tus caderas hasta chocar con las mías….clavabas tus tobillas entre mis muslos, mordías hasta rasgar sábana…”!Dios mío, Dios mío! ¡Que polla más grande!”….jadeabas.

Entre Alberto y Roberto estaba ella…

La descubrí entre los humos del “Greetings”, aquel barucho irlandés donde los monólogos andaban desgraciados y tan solo podían soportarse a base de muchos tragos.

La cerveza era lo mejor en aquel local con poca salsa, escasa solera y menos espacio.

Pero a ella le atraía y tras nuestra reconciliación, estaba dispuesto a todo, incluso a soportar un local como aquel donde la ropa se impregnaba de nicotina y todos los pisotones iban directos a marcar mis za...

Al otro lado de la puerta

Ella sintió su grito gutural y como retrocedía para echar la lechada sobre su ombligo. El se la aferraba con fuerza fanática, para exprimirle hasta el último jugo.

Ella sintió su grito gutural y como retrocedía para echar la lechada sobre su ombligo.

El se la aferraba con fuerza fanática, para exprimirle hasta el último jugo.

-         ¡Joder, joder!.

Pero ella no lo quiso.

Incorporándose, se la metió en la boca y lamió como un helado de agosto, cada mililitro de aquellas maravillosas gotas.

-         Te gusta.

El asintió.

No me extraña.

Afuera, acuclillado frente a la puerta, estaba yo como un idiota, con una hora encim...