Una reforma, Yassin, Elsa y mi consentimiento

•¿Por qué no olvidamos lo de separarnos?. Esto brotaba desde los labios de Elsa, todavía jadeante, todavía jugosos, mordidos, enrojecidos, carnales y sabrosos, recuperándose entre halitos, respirando esforzada, sudorosa, con los párpados intensamente fundidos y sus piernas abiertas y grapadas a m

  • ¿Por qué no olvidamos lo de separarnos?.

Esto brotaba desde los labios de Elsa, todavía jadeante, todavía jugosos, mordidos, enrojecidos, carnales y sabrosos, recuperándose entre halitos, respirando esforzada, sudorosa, con los párpados intensamente fundidos y sus piernas abiertas y grapadas a mis glúteos…con una polla, la mía, todavía conmovida, dentro, demasiado dentro.

  • Ufff – esto jamás debe preguntarse a un hombre en semejante circunstancia -… parece que la señora se olvida de Yassin.
  • Um...

El Regreso de Mateo 2...

El bolso cayó al suelo mientras la lengua de la chica se deshacía desde la base hasta el prepucio….arrojé los zapatos de tacón mientras volvía a meterse el miembro hasta la garganta…..desabroché lentamente cada botón del abrigo y luego la camisa mientras su mano aferraba la cabeza de la empleada obligándola a abrir la boca casi hasta la arcada….bajé la cremallera cayendo la falda mientras la saliva y la succión provocaban un gustoso ruido….avancé lenta cautivada, respirando como si el corazón sostuviera ritmo de salsa mientras la cara de aquella desconocida se giraba para mostrarme victoriosa, gozosa, cada milímetro de aquella polla…invitando con la mirada a que no rechazara aquel dulce regalo.

-          Por consiguiente consideramos que debemos fallar y fallamos….

El Esplendor era un olvidado secadero de café reconvertido a finales de milenio en hotel Art Decó, fácil de reconocer por los alicatados de su portada, que representaban los vergeles cafeteros colombianos.

Entré allí acobardada, tratando de aparentar una seguridad que, bajo el abrigo de ante blanco, nunca había existido.

-          …en favor de Doña Isabel Carranza Buenaventura….

Apreté el paso, rezando para que...

El regreso de Mateo...

Quiero follarte. Follarte hasta la extenuación, hasta el agotamiento

-          Quiero follarte. Follarte hasta la extenuación, hasta el agotamiento. Quiero hacer que grites de placer animal. Quiero que me supliques más. Quiero reventarme entre tus piernas, jadear sobre tu cuerpo, llenarte de mi, sentir tus uñas clavándose entre mis omoplatos, traspasarte, desfogarnos, sudar, sudar, cometer locuras….

-          ¡Estas gilipollas tío!.

Soy una mentirosa.

-          ¡Un gilipollas de primera subnormal!.

Una irremediable mentirosa.

-          ¿Esta...

Quiero verlo 2....

Siendo montada por aquel mastodonte deslumbrante que me penetraba con una avidez desbocada provocándome un hasta entonces ignoto multiorgasmo mientras el estiraba la espalda, cerraba los ojos, hundía su culo entre mis piernas para llenarme con unas eyaculaciones tan generosas que durante minutos parecía una fuente abierta de par en par.

(Dedicado a Salamandra, por sus buenos consejos...solo que te anticipaste a que colgara la segunda parte).

Dos horas más tarde, caí agotada sobre el pecho de Fernando.

Nuestros cuerpos, jadeantes, sudados, tratando de recuperar el resuello, permanecían pegados por esa ecléctica mezcla de sudor, semen y flujos.

Lo había sentido con tanto ardor…tan adentro.

Si, un alarde, una fuga, una debacle de sin amor, con sexo…con mucho y maravilloso sexo.

Fernando me había follado penetránd...

Quiero verlo....

Quiero verlo – la interrumpí. ¿Cómo iba yo a humillarla, doblegarla, dejar que cargara con tanto peso, cercenarle la poca libertad que la crianza le dejaba?. Aunque ella traicionara, mis principios no se basaban en pisotear a ninguna hembra….menos a la que amaba. - ¿Verlo? – acertó por primera vez a mirarme. - Si, quiero verlo.

-          Te quiero tanto.

Dos meses sin hacer el amor.

-          Te necesito.

Peleas por tonterías, por ñoñerías, de cotidiano.

-          No se vivir sin ti.

Y tampoco recordaba lo que era cenar a solas, velas, mesa redonda, miradas prometedoras el uno junto al otro.

-          Pero te amo.

Porque rabiosamente, nos amábamos.

Creer, imaginar, tan siquiera concebir en que lo nuestro estaba finiquitado, provocaba que las piernas se convirtieran en plastilina...

El Divorcio mal llevado (3)

El amigo Jorge nos va poco a poco, enseñando el camino. A mi con palabras, a mi mujer con....

-          ¡Que cara de difunto que lleva usted!.

Jorge y yo compartíamos el placer de sentarnos en el banco más aislado del jardín de Devod.

Desde el, tras un platanero mustio pero aun frondoso, se entreveían las milenarias piedras del templo faraónico y el paseo en torno suyo de turistas, novios, municipales, carteristas y aburridos jubilados.

-          Eso fue lo primero que me dijo al conocerme. ¿Crees que es normal tío?.

Normal o no, habíamos comprado un par de latas de Mahou y...

El Divorcio mal llevado (2)

Teniamos pendiente una cena...y muchos deseos.

-          ¿Sigues encontrándome atractiva?.

Mi mujer siempre fue un ser sobrecargado de incomprensibles complejos.

No había sido ni mi primera novia, ni la que me enseñó que la crueldad consigo misma, era un defecto generalizado entre las de su género.

No había sido ni su primer novio, ni quien le enseñó que para nosotros, calladamente, sufrimos exactamente los mismos complejos.

Pero en ella me incordiaba y mucho aquella lacerante autoestima.

Sobre todo porque tras tantos años...

El Divorcio Mal llevado

Nuestro amigo Jorge, su insoportable ex y los nuevos descubrimientos de ambos.

-          Ya no me quiere.

El divorcio de Jorge y Natalia nos pilló a todos por sorpresa.

-          Que ya no es feliz conmigo vamos.

Aquella tarde, sentado con el en la cocina, hice ingentes esfuerzos por calmarlo.

Sus manos temblaban, su rostro se iba desfigurando, sus pies parecían estar aterrorizados, como si su cuerpo entero estuviera al borde del abismo.

Enormes lagrimones corrían por sus mejillas.

Jorge era un buen hombre, un buen amigo, un buen marido y un extra...

La Cuerda Larga

Ana reapareció tras la cortina, esplendida y mojada, dominante y tierna, con su mirada afilada y directa, clavándose como solo ella sabía, entre las entrañas. Ella y no yo era la única en aquel piso, que había derribado las barreras. - Nunca me perderás Manuel – acarició mi mano. Cuando la penetré lo hice besándola bajo el agua hirviendo, sintiendo sus piernas, cortitas y ágiles aferradas a mi cintura con un poderoso abrazo, atenazándose con mayor firmeza con cada embestida que nos propinábamos. - Ooooo Ana cielo. - Manuel, Manuel, no te pares Manuel.

Ana me lo contó con toda su naturalidad, mientras leía a Sender reclinada sobre el sofá del salón.

Como solían, me habían acogido durante los tres o cuatro días que al año, me reservaba para esconderme en la gran ciudad de los problemas y nervios que negocio y matrimonio acarreaban consigo.

Había sido un año intenso, agrio y competitivo. Todo ello había terminado con una crisis de ansiedad y discusiones preocupantemente repetitivas y serias con mi esposa.

Ana estaba espléndida con sus cuar...

Ella no lo sabía

Ocho años casado con ella y los preservativos y aquel chupatintas arreciaba contra su coño a carne y pelo, con toda su fuerza. Mi mujer desconocida, lejana y sumisa, se dejó tumbar y abrir de las piernas, colocándoselas sobre los hombros con una flexibilidad que desconocía. Sus pies que adoraba, sus pies que a la mínima oportunidad besaba, se estiraron a medida que aquel tronco carnoso iba poco a poco introduciéndose…..

Ella no lo sabía.

Y yo en cambio, me había enterado de todo.

Ella que a todo se negaba, siempre segura, férrea, doctrinal e intacta.

Su matrimonio perfecto, su vida perfecta, su marido perfecto, sin tacha, sin sombra.

Yo en cambio, abrazado sumisamente en el sofá, viendo sin ver un programa descalcificado, acariciaba bajo el pantalón del pijama, su piel, sus caderas, sabiendo que horas antes, otro había estado bombeando entre ellas.

-          Estate quieto – se quejó – Me esta...