!Qué pena!

Y ella allí, entregada y sucia, exhalando sobre la puerta, echando hacia atrás el trasero en su desesperada busca. Y el, pícaro y cabronazo, dando un pasito hacia detrás para luego compensar con otros dos que parecían querer atravesarla. Hasta que sucedió. Lo tenía todo milimétricamente calculado.

¡Qué pena!

¡Qué pena!

Esas cosas solo se piensan.

Porque esas cosas, tan humillantes, Ana tan solo podía pensarlas.

Y nada más.

Mientras lo hacía, ojos clausurados, boca tenuemente abierta, hipócrita y aislada, Ana se replegada sobre si misma, mientras Pedro se esforzaba por sonsacarle un atisbo de placer a su, escasamente humedecida entrepierna.

¡Qué pena!

¡Con lo que se querían!

No es que a Ana le racaneara el nervio cuando el rechoncho cuerpo de su marido...

Alejandra...ganadera

Alejandra estaba allí, alpargatas horteras, un vestido de abuela, pelo desgreñado y canoso con su enorme trasera ofrecida bajo la tela mientras hacía las camas. •Te oí llegar – aseguró al darse la vuelta – Empiezo a conocer el ruido de tu coche, doctor. •No soy doctor. •No me importa – respondi

Alejandra ganadera

Nunca he podido explicármelo.

Aún hoy, con el entremedias de la distancia en reloj y mapa, cuando más lo analizo, más incomprensible me resulta.

Soy un hombre de ciencia.

Soy un hombre analítico, metódico, numérico, hermético y funcional.

Sumamente funcional.

Un ser de probeta y laboratorio como yo lo era, no puede explicar cómo pudo dejarse dominar por aquel desbordante deseo hacia un ser frugal, raspado y justito, frontalmente pétreo, ce...

El Arrepentimiento

Antuán no era un mal amante. Su fortaleza no paraba en un miembro inmenso o un cuerpo de prodigo. Su fuerte eran sus dos ojos azules Mar Egeo que jamás cerraba, incluso cuando retorcía su vientre sobre mi clítoris enfebrecido, retando a un duelo de miradas sucias para ver quien los cerraba antes para entregarse a la enajenación del sexo.

El arrepentimiento

¿Han estado ustedes alguna vez profundamente enamorados?

¿Han sentido alguna vez que desde el momento en que topas con una persona, vas a pasar el resto de tu vida junto a ella?

¿Han gozado de la seguridad que da saber que ante las dudas, antes los quiebros y caídas de la existencia, nunca te faltara su apoyo, su moral, su fortaleza y compañía?

¿Has deseado más que nunca que pase el día rápido para regresar a su abrazo?

Yo sí.

Lo llevo sin...

Con quien quieras

En aquellos años, Silvia no consentía bajo ninguna excusa una ducha mutua. Nunca, a pesar de conocer que, enjabonar su cuerpo luctuoso y dejar que ella enjabonara el mío constituía uno de mis más irresistibles y fácilmente ejecutables morbos. No la vería nunca gozar acariciando sus senos desde atr

Con quien quieras

  • ¿Con quién quiera? ¿Hablas en serio querida?

El “querida” no pudo brotar más mordaz y agresivo.

Ella asintió tragando saliva, compungida, hundida, doblegada, arrinconada emocionalmente, con cientos de lágrimas, todas brillantes, todas gordas como marsopas, escapándose carrillo abajo, precipitándose desde la mandíbula contra el entarimado.

  • Pero no me dejes. No me dejes por favor. No me dejes amor mío.

Silvia tenía razones sobradas para ofrecerse tan condesc...

Tu ya no me quieres

Con mi cintura fuera del lecho, “sin nombre” se arrodilló lentamente, conmigo incorporada sobre los codos, observando curiosa como se acercaba, como colocaba mis muslos sobre sus hombros, como su mano así mi vientre que respiraba nervioso. Era el morbo de postergar lo inevitable, el eterno paso de un solo segundo.

Tú ya no me quieres

  • ¡Pues claro que te quiero bobo!

Para mí, aquello era una de esas verdades incuestionables.

Como crecer, comer, respirar o sociabilizarse, querer a Pedro era algo que realizaba de cotidiano, por instinto y pura supervivencia.

Pedro era el único amor de una todavía breve existencia.

Treinta y uno de palmito y doce invertido en aquel ser dubitativo y enjuto, al que la vida le dio un físico corriente, un intelecto corriente, un atractivo corriente pero u...

Dos mil setecientos diez euros

La primera acabó arreciando contra mi culo, enhiesto y algo, conmigo hundiendo la cabeza en el almohadón, sufriendo calladamente por la baja consideración y las malas trazas. Alguien debería haberle explicado que a las tías, los azotes nos pueden llegar a gustar, si nos gustan, cuando el hombre que

Dos mil setecientos diez euros

1-. Todo tiene un proceso.

Dos mil setecientos diez euros.

Eso fue todo.

Mi finiquito tras dos años, diez horas diarias y mil malos tragos; dos mil setecientos diez euros.

Y con ellos, de vuelta a casa con una niña de catorce meses, un marido depresivo y una hipoteca de seiscientos euros mensuales durante veintisiete años.

Dos mil setecientos diez euros.

Era incapaz de retirar la vista de aquella cifra.

Sentada...

El camino de Retorno

Porque hubo un instante en que mi mente descubrió que sentía sus dedos y piel con un calor intenso, sin vestidos violáceos, y, sencillamente, me agradó tanto que no entendí como había aguantado tanto tiempo con un ser así, separado por tantísima ropa. Me retorcía entre las sábanas.

El camino de retorno

Cuando tras seis meses de separación decidimos retomar lo nuestro, lo hiciste con el miedo a llegar al inevitable momento.

Porque en circunstancias como las nuestras, ese momento o llega y si se comete la torpeza de evitarlo, puede llegar a enquistarse en el imaginario perverso de tal manera, que pudrirá de nuevo lo que se intenta hacer germinar con mucho esfuerzo.

“¿Qué pasó?, ¿Qué hiciste?, ¿Con quién?, ¿Cómo?, ¿Qué posturas? ¿Fue mejor?”.

Las cosas d...

Nunca es tarde para confesarlo

Grite el cuarto de los orgasmos aún más fuerte de lo que había gritado los tres primeros. Y sé que, para asegurarse de ser el único león, permaneció durante diez deleitantes minutos duro y dentro hasta cerciorarse de que su semilla era completamente absorbida.

Se acabó.

Te lo voy a contar todo.

Sin remilgos.

Sin arrepentimientos.

Sin encararnos.

Todo.

Sé que llevas tiempo sospechando.

También sé que me amas incondicionalmente.

Por eso no vas a moverte, ni a replicarme.

No dejarás de contemplarme con amor….confiese lo que confiese.

Por eso nunca pedí el divorcio.

Ahora, por fin, encontré el valor.

Tal vez sea algo tarde lo sé.

Pero también reconocerás, que no su...

Fantasía en cuatro actos

Aunque mis puñeteras represas morales se negaran a publicarlo. Porque su segunda y tercera arremetida engrandecieron el hueco. Y a la cuarta, de pie en aquella cocina americana-salón minúscula, comenzó un vaivén sublime, vertiginoso, tajante, despiadado, aferrando mis glúteos para sacarla y atraer

Acto 1: Una fantasía, un no y una rendición

Dejé de insistir cuando, por primera vez tras catorce años, puso sobre la mesa la cuestión del divorcio.

  • ¿Pero por qué?

No podía creer que llevara su postura hasta semejante extremo.

No por un asunto que, como todos en un matrimonio, hubiera sido negociable.

Pero ella, ocultando bajo su férrea actitud el pavor enquistado que siempre la dominaba cada vez que tenía que dar un paso nuevo y desconocido, había plantado bandera, d...

Bébete al Cola-Cao...cariño

Pilar copulaba con una forma canallesca. A pesar de su inexperiencia, no tardó en transformarse en toda una sibarita, una caprichosa dominante, una compulsiva adoradora del muy noble arte de copular con un hombre.

Cuando Pilar me abofeteó, culminó por todo lo alto, aquellos dos desastrosos años.

Dos años agónicos, interminables, en los que nuestro matrimonio, se precipitó como una vieja bicicleta, descascarillada y sin frenos por el precipicio que nosotros mismos excavamos.

Cuando Pilar me golpeó cercenó despiadada e intencionadamente, cualquier migaja del amor al que, durante aquellos setecientos treinta días de matrimonio, me había aferrado.

Amor a nuestros dos hijos, amor a nuestro unifamil...