Puto Hígado (1)

La imagen, ya de por si hipnóticamente erótica se caldeó todavía más cuando Rosario, recibiendo dentro de su boca la lengua de su amante, abrió los ojos para mirarme fijamente, sosteniendo la visión durante quince bullidos segundos…”Mira lo que me está haciendo amor. No eres tú y me estoy empapando”…para luego, regresar al tajo dejándome allí, de pie mientras las puertas se cerraban, fuera y desamparado, solo y notoriamente empalmado.

El día en que mi hígado dijo basta, Rosario permaneció al lado.

Con treinta y cuatro años, sin nicotina, sin apenas alcohol y una vida que, sin ser deportiva discurría por cánones saludables, nadie esperaba que la salud se me quebrara de manera tan

repentina y taxativa.

Mis conductos biliares estaban obstruidos y los jugos gástricos, desparramándose por el organismo, dotaron a mi tez de un enfermizo tono amarillento y al resto de mi existencia, de la obligación de controlar, meticulosa...

Puto Hígado (2)

Y ni el cuchillo ni los temores a que Miguel me sentara para exigirme unas explicaciones que no sabría darle, lo impidieron. La tercera que recibí de pie, bajo la ducha cerrada, con el rostro empotrado contra el alicatado. ¿Saben lo que se siente con sus manos aferradas con firmeza a mis caderas, con sus salvajes bufidos acompasados al ritmo soez con que su bajo vientre golpeaba mis nalgas?

Miguel me perdonó.

Pero yo no me lo perdonaré nunca.

Llegué a él con veinte años, desde un barrio humilde, muy obrero, donde eran contados los que conseguían acabar los estudios universitarios.

En aquel arrabal sin solera, había gente tan inteligente o más que en los barrios con caché y ajardinados.

Pero cuando las matrículas costaban a peso de oro, o bien se renunciaba a continuar con los estudios en cuanto se aprobaba el instituto, o se compaginaba el aula con cualquier tra...

¿Te apetecen unos canelones?

¿Cómo puede uno averiguar una infidelidad? ¿Un mensaje a deshora? ¿Un comportamiento poco habitual? ¿Una mayor obsesión por el acicalamiento?

*Hace tres años, en un reencuentro de antiguos compañeros de instituto, un conocido que nunca fue amigo, me confesó, ayudado por varias ginebras, esta historia personal. Dos años más tarde, sin haber fortalecido la relación, aprovechando un encuentro casual, me invitó a un tapeo. Fue la excusa para suplicarme que, aquello que me había contado, era real y, por tanto, esperaba quedara entre nosotros. Visiblemente avergonzado, decidí equilibrar la situación confesándole mi gusto por el relato erótico y el pote...

No puedo, no puedo

Marcos besaba, tocaba, acariciaba con una destreza sublime. Era un hombre guapo y lo sabía, era un amante diestro y lo sabía.

  • No puedo Andrés. Déjalo.
  • Lo siento amor – el pobre era tan complaciente – Podemos usar el lubricante – dijo esperanzado, echando una mano a la mesilla para tratar de encontrarlo entre el batiburrillo de gomas de pelo y cremas de mano.
  • No, déjalo cielo. No puedo más.
  • Lo siento. Sabes que no deseo hacerte daño. Pero es que me excitas tanto. Te quiero Isabel – aseguraba abrazándome con irresistible mimo – Nunca te abandonaría por algo como esto.

Y cuando lo decía, señalaba allí, a eso, a su entrep...

Al cielo...junto a Nube

Como a pedazos destroce la ropa que cubría el cuerpo de Nube…nada más entramos, nada más sentí sonar el pestillo de la puerta, sin amparos, sin remilgos, loco, poseído, aguardando que ella en cualquier momento dijera “no, solo quería jugar, para, esto es una locura, paremos, estoy casada, amo a mi marido” y otras sandeces novelescas.

(

Antes de nada, deseo agradecer a todos los que leen, disfrutan y opinan mis relatos. A quienes escriben un comentario, rogarles disculpas por no responderlos. Los leo y agradezco todos, sobre todo quienes aportan una sugerencia, una corrección o una educada crítica….los que me permiten ver las cosas de una nueva manera. Mil gracias. Y ahora, al meollo.

)

Nube me pidió el divorcio aduciendo incompatibilidades para la convivencia.

Nuestras incompatibilidades no rallaban en el comparti...

Los Calcetines Blancos

Cuando salimos, resultaba que Ana se había dejado las bragas en la sala común donde, devorando la polla de un asustadizo muchacho de dieciocho años, recibía los empentones despiadados de Mario.

(Antes de entrar en mayores, quiero agradecer sinceramente todos los comentarios que he recibido. Los positivos y las críticas constructivas. Siempre es fantástico recibir otro punto de vista, de cara a mejorar mis historias o desarrollar otras nuevas. Muchísimas gracias a todos.)

  • ¡Eres un inútil Bernardo! ¡Un inútil!.

Era lo más sutil que ella dijo.

En realidad era lo más sutil que ella me decía desde hacía ocho años.

Concretamente desde que un 7 de mayo no se me ocurrió otra que...

¿Salvando un matrimonio?

Uno pensaba en que no pasaran 24 horas sino 240, dejando atrás el momento, el instante para dejarlo como algo olvidado, un desaprovechamiento, la salvación de todo lo logrado, la felicidad, continuar el camino. No, soy un hombre, muy hombre y como tal era incapaz de mostrarme fuerte frente a la tentación. ¿Por qué?...era tentación ¿no?.

A veces me gustaría contar historias reales, atiborradas de lascivia y placer carnal.

A veces me gustaría presumir de haber conquistado sin esfuerzo, solo con el pestañeo, a mujeres gloriosas y eróticas, cuya entrepierna, siempre jugosa, soñaba con correrse exclusivamente entre mis brazos.

Pero esas veces, la mayor parte de las ocasiones, con una vida como la mía, se transforman en poca cosa.

Cosas bien distintas.

Cosas como Ana.

Ana, compañera de trabajo, era de esas...

Siempre he hecho lo que me ha dado la gana

Doña Telma y Doña Edelmira o “eres una puta” como le gustaba que ser llamada cuando su boca mordía de puro regusto la sábana del hotel de cinco estrellas donde la sodomizaba, fueron meras piezas del tablero que manejaba. Yo lo sabía, ellas, si eran inteligentes lo sabían y todos salíamos perversamente victoriosos de nuestros sexuales aderezos.

Siempre he hecho lo que me ha dado la gana.

Mis padres, dos seres buenos con malos campos, habían derrochado la salud sonsacándole cuatro granos de trigo a los pocos terruños que heredaron de los abuelos…y ellos de los bisabuelos y así hasta la época de Napoleón I.

Ambos ahorraban los cuartos con avidez insana de labriegos, sin darse ni un capricho o regusto, acumulados y tintineantes dentro de un pañuelito a cuadros, escondido bajo el colchón porque en el pueblo, doscientas almas, un cura,...

Era la misma polla

Lejos del asco, cuando al día siguiente desperté en una cama extraña y con el coño dolorido, escuchándolo bajo la ducha, volví a sentir la gana de dar a mi entrepierna alimento. Y me lo dio….como a una puta….una puta que agarraba su espalda como a un clavo ardiendo…una puta pidiendo ser penetrada, follada, sodomizada hasta el agotamiento mental y físico.

Era la misma polla.

Escrupulosamente la misma.

Ni un milímetro más, ni un milímetro menos.

Y sin embargo no lo era.

No cuando la sentía tan vigorosamente, en el interior de mi receptiva vagina, acompasando cada bamboleo con los crecientes grititos y el deseo de que aquella postura, aquel inmenso encuentro, no se terminara nunca.

Y sin embargo, veintitrés años antes, ese momento, se acababa en un pestañeo.

No me costaba ruborizarme al recodar el aparato dental...

El Cuadernillo Violeta

A veces cuando me folla a cuatro patas, pienso que le excita y mucho saber que se está tirando a un miembro del rancio católico que tanto critica. Me humedece pensarlo así.

“Dios Nuestro Señor en su infinita sabiduría, os entrega a vosotras, sus hijas, en sagrado matrimonio para la felicidad familiar del esposo y de los hijos que cristianamente, traigáis a su divina creación. Tú, Lucila, encontrarás el equilibro perpetuo en manos de tu futuro marido. Deberás amarlo, respetarlo, apoyarlo y estar siempre atenta a sus necesidades, procurando refutarlo en todo momento. El matrimonio, indisoluble ante los ojos de la Santa Iglesia, es eso, respeto para todo el resto de vuestra común...