Las dotes del viejo vagabundo
Qué bueno es ayudar y que te lo agradezcan de esa manera.
Regresaba con Paco de cenar de un buen restaurante en el casco viejo de nuestra ciudad e íbamos buscando el coche pues lo habíamos aparcado algo retirado por lo difícil del estacionamiento de la zona, y cuando nos dirigíamos a él, en callejón oscuro, se nos acercó, un hombre con aspecto de vagabundo pidiendo alguna moneda para poder cenar.
La primera impresión mía fue asustarme, pues las ropas oscuras, largas y anchas que llevaba junto a su gran estatura, eran intimidatorias, y más sus facciones, co...