Apuesta Perdida (10)

Ávidas de sensaciones perversas, la gran mayoría de aquellas mujeres a las que no hasta hace mucho tiempo Aldana tenía por amigas o vecinas, ahora se arracimaban en torno a ella para gozar de su martirio. Parecía que casi ninguna quería perderse el espectáculo de verla sometida y humillada.

“Buenas tardes a todas – saludó Virginia jovial, pero sin perder su talante orgulloso. Gracias por venir”

Las damas que se agrupaban junto a la piscina parecían no dar crédito a sus ojos: algunas mostraban estupor, otras sorpresa, otras parecían maravilladas por lo que estaban presenciando.  Una especie de exclamación a coro surgió al momento de ver a Aldana marchando a la zaga de Virginia.  Pude sentir en mí la vergüenza indecible que mi mujer debía estar viviendo al ser presentada de aquella form...

Apuesta Perdida (9)

Virginia pone en marcha su pérfido plan para humillar a Aldana frente a sus propias amigas y vecinas.

Aldana y yo permanecimos de rodillas en el piso y con las manos atrás mientras ellos se dedicaban a terminar de comer y a seguir tramando diabólicos planes (los cuales, en la gran mayoría de los casos, surgían de la enferma mente de ella).  Cuando terminaron, Virginia ordenó a mi esposa levantar la mesa, cosa que Aldana hizo presta.  Yo me mantuve en mi lugar pues nada me había sido ordenado.

“Cecilia Alonso, Tamara Neri, Tamara Rosales… - seguía enumerando Virginia -… Carola Bianchi, Marina Ibarguren...

Apuesta Perdida (8)

A paso firme se dirigió hacia Aldana que continuaba con la vista baja y sus manos sobre el regazo. Con una crueldad infinita, Virginia la tomó por los cabellos y la levantó casi en vilo. Aldana lanzó un alarido de dolor.

Aldana mantenía la misma expresión de terror desde el momento en que Virginia la había incluido en la apuesta.  No era, por supuesto, que eso no me preocupara, pero, en lo personal, Virginia me acababa de clavar una espada con la última condición incluida en el acuerdo que proponía.  Aldana no era una gran jugadora de chinchón… y Virginia lo sabía; conocía, desde luego, las reglas, pero poco más que eso.  No tenía, por así decirlo, las mañas del jugador nato: a veces dejaba caer cartas sin haber reparado en...

Apuesta Perdida (7)

“Rodolfito… te quedaste muy dolido viendo a Eduardo coger a tu esposa y hacerle la cola arriba de tu propia cama, ¿verdad?” La maldita bien sabía la respuesta, pero quería que yo se la diera.

Un estentóreo y sostenido grito brotó finalmente de la garganta de él y la sensación que me produjo fue la de un himno triunfal de guerra o algo así.  La intensidad sonora fue bien estridente y era imposible que no hubiera llegado a oídos de los vecinos  pero, aún así, también pude escuchar el alarido final de Aldana, mezcla de quejido lastimero y goce infinito.  Con dolor bajé la cabeza y volví a lagrimear.  Él había acabado adentro del culo de mi esposa… y en mi propia cama.  Y lo que parecía tan hiriente...

Apuesta Perdida (6)

Virginia utilizó su mano libre para empujar los plexos de Aldana hacia afuera, con lo cual quedó visible el tentador orificio a ser tratado. Introdujo el dedo embadurnado con lubricante despaciosamente, pero cada vez más profundo, a la vez que empezó a moverlo en círculos

La premura de la orden me disuadió de cualquier protesta o siquiera vacilación; era increíble lo que aquella gente (si se los podía llamar gente) habían logrado conmigo: ¿podía haber llegado a tan servil grado de obediencia sólo por perder una simple partida de chinchón?   Me dirigí a mi pieza en el preciso momento en que Aldana levantaba la cabeza y comenzaba a desperezarse.  En realidad la cama estaba armada; no es que hubiera tanto para hacer porque Aldana, siempre tan prolija, la había dejado en ese est...

Apuesta Perdida (5)

Continúan las humillaciones en casa de Rodolfo y Aldana; el pérfido y cruel juego parece no encontrar límtes

Cuando Aldana regresó al comedor, lucía como si nada hubiera pasado sólo unos minutos antes, como si el “marido” de su amiga no le hubiera estado acariciando las nalgas en mi presencia.  No supe cómo tomarlo.  No sabía si alegrarme porque parecía dar vuelta la página o indignarme porque pretendía comportarse como si no fuera importante.  Lo primero que hizo  fue tomar el vaso de fernet con gaseosa que Eduardo había llenado nuevamente durante su breve ausencia.  Lo empinó con decisión, con lo cual tuve que c...

Apuesta Perdida (4)

Rodolfo no puede creer los límites a que han hecho llegar su degradación, mientras que su esposa Aldana se va convirtiendo cada vez más en otro juguete dentro del siniestro juego que les gusta jugar a Eduardo y Virginia

Me puse de pie, sosteniendo entre mis manos las prendas de la humillación.  Las apoyé sobre el respaldo de un sillón al tiempo que me quitaba mis zapatillas, mis pantalones y mi bóxer, absolutamente empapados ambos y hechos un acordeón en mis tobillos.  Me quité la remera y así quedé completamente desnudo y expuesto ante quienes se comportaban como mis dueños.  A continuación tomé la tanguita que me había traído Aldana; observándola más en detalle veía que tenía sobre los bordes algunos voladitos y detalles...

Apuesta Perdida (3)

El matrimonio integrado por Rodolfo y Aldana sigue viviendo en su propia casa las consecuencias de la apuesta perdida. Eduardo y Virginia dan rienda suelta a toda su perversion y Rodolfo comienza a dudar de su propia esposa... ¿está sufriendo o en algún punto lo está disfrutando?

Seguí mamando el pene de Eduardo mientras continuaba soportando las fatales burlas y socarrones comentarios de Virginia acerca de mi nula masculinidad y dolorido en el alma por tener clavados sobre mí los ojos de mi esposa.  Aldana a veces bajaba la vista, quizás angustiada ante lo que me pasaba y consciente del daño que me hacía si seguía mirando… Sin embargo y por alguna razón, a la larga volvía a mirarme.  No atinaba a responder a los maliciosos comentarios de Virginia y cuando lo hacía era con un leve a...

Apuesta Perdida (2)

Continúan las humillaciones a que Rodolfo es sometido por el sádico Eduardo y su mujer Virginia, mientras que Aldana se va convirtiendo cada vez más en un testigo presencial para quien, sin embargo, parece haber algún plan aún escondido...

Llegué al baño como pude; un par de veces caí al piso y en ambas Eduardo me levantó por el pelo arrancándome gritos de dolor.  Me hizo inclinar con el vientre sobre el lavatorio; en ese momento desvié un poco la vista hacia mi derecha y pude ver cómo tanto Virginia como Aldana se detenían en la puerta del baño, mirando hacia adentro.  La expresión de la primera, por supuesto, era maliciosa, sádica y burlona, en tanto que la de mi esposa era, más bien, una mezcla de asombro, espanto y resignación ante la sit...

Apuesta Perdida (1)

Dos matrimonios tienen por costumbre reunirse a jugar al chinchón y apostar algo... Esa noche, sin embargo, ni Rodolfo ni Aldana imaginaban cuál iba a ser el duro y humillante precio de la derrota...

Eramos simplemente dos matrimonios amigos como tantos otros.  Por lo tanto, nos reuníamos cada tanto en la casa de ellos o bien en la nuestra para ver cenar,  para charlar, para ver una película o para lo que fuese.  Eso sí, era casi inevitable que esas veladas terminaran con una partida de naipes , por lo común de chinchón.

Mi nombre es Rodolfo y el de mi esposa Aldana; yo tengo treinta y ocho años (treinta y siete al momento de ocurrir lo que estoy a punto de relatarles) y ella treinta y dos: una di...