Ariadna o los placeres sin culpa
Un hilo delgado para entrar y salir del laberinto de placer que proporciona el sexo...
Ariadna o los placeres sin culpa
Me gusta cuando tu pene me recorre como si fuese un pincel, decorando toda mi piel con minúsculas gotas cada tanto. Quizá más que tu boca, ávida, golosa y absorbente, sea éste tu verdadero órgano del conocimiento. Lo depositas un momento en el valle que forman mis senos y lo aprieto brevemente, subiendo y bajando apenas su prepucio para ver maravillada en su extremo, iridiscente, una diminuta perla translúcida que huele a ti.
Subes un tanto y lo frotas contr...