Los viudos
Indalecio jamás pudo disimular las dimensiones de su verga, ni con pantalones de excelente sastre en la ciudad ni con bombacha campera, amplia y plisada, en su comarca. El mayúsculo paquete se marcaba como un sobremuslo, y ni digamos si veía algún culito que le apeteciera, porque entonces para disimular la carpa tenía que meter la mano en el bolsillo para sostener la inoportuna.
El aviso fúnebre de Indalecio García Fuentes aparecía en todos los periódicos, noticieros de televisión y portales de Internet: se había ido un prócer, que excepto la presidencia del país había pasado por todos los cargos electivos y políticos durante casi cincuenta años.
Sus restos eran velados en el complejo más lujoso de la ciudad, a la sazón atestado hasta casi la puerta de acceso con coronas y arreglos florales, que lucían nombres oficiales y privados de la más variada especie.
Y como no po...