Escándalo

En plena follada son sorprendidos por un viudo de edad madura...

La lengua de Daniel se movía desesperada esparciendo con la punta la increíble cantidad de saliva depositada, intentando por todos los medios introducirse en mi ano. Esa lengua caliente y experta que me dejaba totalmente a su merced parecía tener vida autónoma, mientras con voz enronquecida de deseo repetía una y otra vez su mantra acostumbrado: “-Ah, ese culito… dámelo, dámelo todo”.

Temblé de placer -aunque también de miedo- porque no ignoraba lo que seguiría en pocos minutos, cuando comprobase a tr...

Velocirraptor

Una noche calurosa, un intruso. Y las reflexiones posteriores.

Velocirraptor

La noche era calurosa demás para ser noviembre. Había salido del club hacía poco más de tres cuartos de hora, y la temperatura agradable me había provocado caminar en lugar de tomar un autobús que en quince minutos me dejaría frente al edificio en el que vivo. Como venía transpirado y con la ropa prácticamente pegada al cuerpo, decidí entrar por la puerta trasera. Con la mano y una sonrisa saludé al portero nocturno, que en un televisor de pequeño tamaño veía un programa popular se...

Sobre el dedo gordo, ay, sí...

Una experiencia diferente que Ricardo prueba ante la ausencia de su habitual podóloga. Aceites, masajes, placer...

Sobre el dedo gordo, ay, sí....

Puntualmente todos los meses concurro al consultorio de Hortensia, mi podóloga. Antigua empleada de la cadena Dr. Scholl, se instaló por su cuenta y siguió haciéndose cargo más que nada de la estética, porque mis pies carecen de reales problemas. A lo sumo un molesto encarne de uñas o una áspera dureza en el talón provocada por el calzado no siempre ideal. La consulta de Hortensia es en una casa particular, con un recibidor reducido y luminoso gracias a una ventan...

El barrio y su gente (7: El hijo de doña Fela)

Un joven judío hace su debut con una bella mulata, empleada en la mercería de su madre. Su primer mujer, su primer virgo, su primer capricho a espaldas de la buena y vigilante yiddische mame...

El barrio y su gente VII

El hijo de doña Fela

Cuando desembarcó con sus padres huyendo de la posibilidad de ser enviados a un campo de exterminio, Fela Goldberg era una niña flaquita y rubia de mirada acuosa. Ninguno de los tres refugiados hablaba una palabra de castellano, pero ya había parientes lejanos y ex vecinos de la remota aldea polaca para recibirlos, ayudarlos y enseñarles los códigos de su nuevo país.

Cuando Fela cumplió diecisiete años ya tenían una mercería que marchaba v...

El barrio y su gente (6: Un día muy particular)

Una boda esperada y un novio muy imprudente sorprendido con la boca y el culo llenos.

El barrio y su gente VI

Un día muy particular

La casona de los Uribe se vistió de fiesta una noche de setiembre.

El magnolio del jardín fue adornado a lo largo de su tronco gigantesco con cintas y azahares, porque los dueños de casa celebraban, tirando literalmente la casa por la ventana, la boda de su hijo varón, Jaime, con una casi abogada –le faltaban apenas dos exámenes para doctorarse-

Jaime era la pupila del ojo de sus padres que tenían un campo en las afueras para la cria...

El barrio y su gente (4: El gran escape)

Huyendo de un marido cornudo y de mal genio, además de llevar siempre una pistola, Pololo cruza en pelotas varias azoteas del barrio provocando conciertos de perros y suspiros de beatas...

El barrio y su gente IV

El gran escape.

Pololo, el marido de doña Charo, conduce un taxi en su tiempo libre. El vehículo pertenece al gallego Castro, un vecino de la acera de enfrente en diagonal, que se hizo construir en la azotea un parrillero monumental porque desde que vino a América siendo un crío se aficionó a la carne asada. Un criollazo, adicto al asado, el mate y la caña con pitangas o butiás.

Ya un tanto maduro sentó cabeza y se casó con una robusta señora, aindiada de carne...

El barrio y su gente (5: La novia del viejo...)

Esa mujer cuarentona nos poseía sin pausa en las palmas de nuestras manos adolescentes. Pero se casó con don Espinosa, que podía ser su padre. Aunque parece que era cierta su fama de garañón.

El barrio y su gente V

La novia del viejo Espinosa

El viejo Espinosa era un vecino de esos que todo barrio tiene al menos uno. Setentón , viudo y con una hija soltera llamada Filomena que se afeitaba bigote y mentón día sí, día no.

Si existía un anciano desprolijo, ese era Espinosa. El pantalón fundilludo, en el culo chato, la barriga de catador de cerveza volcándose sobre el vientre, el pelo duro y amarillento de poco amor al agua. Las alpargatas desflecadas, usadas como chancletas e...

El barrio y su gente (3)

Un carpintero sorprende a su mujer cabalgada por su mejor amigo y compadre. Las soluciones del caso y su moraleja: Los cuernos pueden ser excelentes perchas para colgar sombreros...

El barrio y su gente III

La mujer del carpintero.

Los fondos de la carpintería daban a mi patio. Más exactamente lo que era un amplio estar-cocina-comedor contiguo al taller. El carpintero, Tito, era un cuarentón buen mozo y robusto hijo de italianos que trabajaba en una fábrica de muebles artesanales muy conocida y cara, pero tenía montado en su casa un taller con las herramientas necesarias para trabajar fuera de hora. Estaba casado con Alba, una novia a la que había preñado en su juventu...

El barrio y su gente

Una modosa joven recién casada comete el error de describir a su madre los talentos de su marido...

El barrio y su gente

A Antonia, la hija de doña Mercedes de bajos, siempre le dijeron Coca. A la madre "de bajos porque" en una de las tres únicas casas de alto había otra doña Mercedes.

Coca estudió solfeo y piano; corte y confección, encuadernación y pintura sobre tela. Doña Mercedes –su marido no contaba, sólo era el proveedor del dinero de la casa- no quería a su hija ociosa ni casada con un don nadie, por lo que desde pequeña le puso ideas de superación a la niña ya sea por buenas o p...

El barrio y su gente (2)

Un equívoco ladrón, un cincuentón discreto y una enfermedad terrible.

El Barrio y su gente II

La casa de los Schiavo era de planta antigua, con cuatro grandes habitaciones con puertas hacia un corredor galería y otra cuya puerta enfrentaba el portón de hierro de la entrada. En esta última estaba el comedor diario y la cocina, así como una puerta de acceso al baño al que originalmente solo podia entrarse por fuera desde el patio trasero. Al costado de la galería un enrejado de madera prestaba abrigo contra el viento y la lluvia, además de sombra. Prendida como zapa...