Mi venta (08: continúa mi pertinente humillación)
Pues sí, mi Amo, con buen criterio, percibió que yo estaba muy orgullosa de mi condición y mis cualidades. Y eso no es permisible en una esclava. No se le debe consentir una sola debilidad de soberbia. Pero ¡Ay! cuanto más humillada y mejor asumida públicamente la humillación, más orgullosa estaba. En eso consiste la libertad quizá. En que nadie puede coartar tu pensamiento.
En ese momento llegó Gloria con una bandeja de artefactos. Los señores interrumpieron mi convencional utilización de meter su pene en mis orificios y tras un rato de mirar la bandeja, seleccionaron una serie de instrumentos que comenzaron a utilizar sobre mi cuerpo mientras Gloria agachada a sus pies atendía con su boca los penes alternativamente y de una manera equitativa.
La primera medida que los Señores tomaron fue la de colocarme un abrebocas metálico para poder escupir y depositar la ceniz...