Vaya manera de perder a la esposa (1)
Por un exceso de afrodisíacos químicos y un capricho estúpido, mi esposa se encauzó a un destino delirante e insensato.
Había terminado la orgía. Yo descargué mi última munición en el recto de mi cuñada Karina mientras mi cuñado y el amante de mi esposa se corrieron dentro de los dos agujeros de ella que habían ocupado simultáneamente.
Los machos estábamos satisfechos, pero mi esposa, Raquel, no. Estaba salida como una mona. Se lo había advertido. Eran demasiados los óvulos afrodisíacos que se había metido en su ya de por sí tórrido coño. Además se había hecho succionar los labios con la bomba de vacío por...