No podía esperar
Y no había condones. Necesitaba una verga dentro de mí, pero no quería, ni de chiste, quedar embarazada.
Que tráfico el que había aquella noche. Diez minutos tenían que pasar, para avanzar dos o tres cuadras. Seguro que caminando, se llegaba más rápido a cualquier parte que se fuera. Yo estaba camino al aeropuerto, sentada tras el volante con un cigarrillo en la mano. Llovía a cantaros. Hacía mucho, pero en verdad mucho tiempo, que una tormenta como esa no caía en la ciudad. Para que otro auto no me bañara, traía todas las ventanillas hasta el tope. Me estaba ahogando con el humo del tabaco, pero era mej...