El helado no sacia mi Sed

Vladimiro se siente mal porque Tatiana no pueda compartir con él el helado, pero ella sabe un medio de poder probarlo, con gran gusto para ambos.

-¿´Tas seuda ´e que do quiedes….? – Preguntó Vladi, ofreciéndole de nuevo una cucharada, y Tatiana negó amablemente con la cabeza, sonriendo. Llevaban poco viviendo juntos, apenas dos o tres semanas. Después de su primer encuentro sexual, el anciano conserje dijo a la joven que… si iban a seguirse viendo, en realidad no valía la pena que ella siguiese viviendo en el campanario, ¿no le era más cómodo vivir con él? Si quería no correr mucho, tenía el cuarto de su hijo, podía dormir en él… Tatiana había...

Calla y come, Imbécil

Imbécil tiene una boca demasiado grande, pero su ama le encuentra buena utilidad...

Me sentía estancado. Impotente, desesperado y asustado. No lo conseguía, no hacía progresos en mi relación con Ocaso, y eso me enfadaba conmigo mismo. Después del primer acercamiento, cuando había logrado mantener una escasísima conversación con ella acerca del libro que estaba leyendo, no había habido más avances. Todos los días me sentaba junto a ella a la hora del desayuno, en el trabajo, y la miraba tomarse su té, su fruta… pero no había manera de hablar con ella mucho más que el primer día. Ocaso...

Chica a la espera

Vladimiro, el anciano conserje, está harto de ver cómo los chicos se aprovechan de la chica de los ojos verdes, que busca cariño, y sólo encuentra sexo.

Estaba de muy buen humor, hasta silbaba. Le gustaba tener su pequeña casita limpia, y disfrutaba cocinando, dentro de sus posibilidades, limpiando y sacando brillo hasta que hubiera podido verse reflejado en las superficies, si aún conservase esa posibilidad. Desgraciadamente, hacía ya muchos años que Alfonso Vladimiro, el conserje de noche del instituto, a quien los estudiantes llamaban "Vladi dos veces" porque solía repetirlo todo, no podía ver su imagen reflejada en ningún sitio normal, como espejo...

Mímame, Irina

La paternidad resulta mucho más agotadora de lo que Oli había supuesto, lo que le causa problemas en el trabajo, pero Irina va a darle mimos y a dejarle probar la dulzura de sus pechos.

-Señor Oliver…. Señor Oliver... ¡señor Oliver!

-¡Ah, llaves del coche, canastilla, voy, voy! – Arnela, mi ayudante pegó un brinco del susto, y todos los estudiantes se volvieron a mirarme, muy extrañados. Algunos se rieron, y yo deseé que me tragase la tierra. Y no tanto por haber pegado una voz en medio de la biblioteca, sino por haberme quedado frito en mi trabajo. Me llamo Oliver, soy bibliotecario, y llevo tres semanas draconianas sin apenas dormir… desde que llegaron los bebés.

Así son...

Lucha libre en el barro

Jean lleva a Thais a "su local favorito", para una copa con espectáculo, pero el salido abogado, no se conforma con mirar...

El local estaba muy concurrido, la mayoría de los parroquianos eran hombres, eso sí, pero también había buena cantidad de mujeres. Todo el mundo bebía, hacía bromas y reía alegremente, mientras muchas parejas se abrazaban, besaban o hasta sobaban sin ningún reparo. Jean me tenía cogida del hombro, y yo no estaba completamente segura de querer saber qué íbamos a hacer allí

Después de su afortunada recuperación, yo, no había tenido más idea que admitirle que me gustaba tenerle de compañero sexual…...

Mordiscos, 2, final.

Alan y Coral, mientras hacen el amor, reciben de nuevo encargo para matar a Tolo. El vampiro, ha llevado a cabo una venganza, ¿qué ha hecho exactamente?

-¿Por qué me hizo esto…? ¿Por qué tuvo que hacerlo así….? – sollozaba una y otra vez, agarrándose el vientre, que le dolía. – No tenía que hacerlo así… se lo hubiera dado… sólo tenía que pedirlo, ¿por qué me hizo eso…?

"Porque tú también eres una Chupacabras" pensó Tolo. Pero no se lo podía decir. Bastante tenía ya la criatura, y además, ya no valía la pena.


-Tenemos que dejarla, Alan. Sé que te molesta que se marche de casa, pero… tú sabes el talento que tiene Junior para...

Mordiscos, 1

Un joven vampiro de la más baja casta se ha acostado con quien no debería, de modo que tendrá que refugiarse en casa de su padre y de la bella nueva mujer de éste...

Londres, 1962.

La música sonaba a niveles ensordecedores, mientras las luces de colores iluminaban alternativamente la discoteca, mostrando los dibujos de las paredes: cabezas de leones, flores enormes, letreros que pedían amor y paz para todo el mundo, una foto de Ghandi, una chica en desnudo dorsal… El humo del tabaco creaba caprichosas formas en medio de las luces y las sombras, dando un ambiente de sortilegio a la sala. Bartholomew aspiraba intensamente el cigarrito liado que la joven le pon...

Jugando más a los medicos

Jean se pone mimosón en el hospital y Thais cede una vez más, pero eso ocasiona que su jefe se ponga peor y caiga en coma, ¿saldrá de él?

-¿Le duele si hago esto?

-¡AAy! – gritó Jean, y a mi pesar, pero se me escapó la risa. Después que él se aprovechaba de mí todo lo que quería, después que acababa de jugar conmigo una vez más, me había dado un susto de muerte y hecho que le llevase al hospital… ahora que las cosas estaban tranquilas, bien podía reírme un poquito. A mi jefe le había dado un terrible dolor de estómago con náuseas apenas terminamos de… bueno, de eso, y reconozco que me asusté. Según él médico que le palpaba la trip...

Jugando a los médicos

Tras una rutilante victoria, Jean se divierte con Thais, pero algo le sucede al abogado, ¿qué será?

-Señoría, mi defendido se estaba limpiando las gafas.

-¡¿Durante siete minutos?!

-¿Y cómo sabe la demandante con tantísima exactitud el tiempo, y cómo puede aseverar con tanta rotundidad que mi defendido se estaba masturbando? ¿Tal vez porque ella, cuando sospechó que era objeto de miradas obscenas, en lugar de marcharse o cuando menos cubrirse, como hubiera correspondido al comportamiento decente del que dice presumir, se quedó allí, exhibiéndose….?

Mi rival, el abogado de la acusaci...

Déjame conocerte, Ocaso.

Miguel se lanza a intentar trabar amistad con Ocaso, pero su ama no está dispuesta a enamorarse de él, ni de nadie, como le recuerda en su tortura de cosquillas.

Lo había hecho. Me había atrevido. Me había acercado a Ocaso, no a Mariposa. Mi ama ya me había dejado muy clarito que nuestra relación era simplemente sexual, que no había nada más y nunca habría nada más.... porque, fuera de nuestros encuentros de dominación, éramos dos desconocidos, y tenía razón. Imbécil adoraba a Mariposa, pero de Ocaso, sólo sabía su nombre. Vistas así las cosas, lo mejor era que Miguel, y no Imbécil, intentase acercarse a Ocaso, y no a Mariposa, de modo que, a la hora del almue...