Ana, la buena esposa (21)
Una desatada esposa se sumerge en retorcidas experiencias en busca de placer y poder.
Ana, la buena esposa (21)
Después de la piscina, de lo sucedido con Juan de Dios, decidí que necesitaba descansar, despejarme. Tomé una siesta. Dormí una hora y luego inicié de nuevo aquel febril viernes. Era hora. Necesitaba enfocarme. Me tomé otra ducha, la tercera del día. Fue corta y de agua bien fría. Necesitaba espantar el maldito calor del verano, el calor que emanaba de mi cuerpo. A pesar de que Juan de Dios me había regalado un orgasmo seguía con la temperatura muy alta. No sé qué me pasaba...