Las cinco amigas (14)

Mi rubia tutora tuvo que consolarme con caricias en el pelo y palabras tranquilizadoras. Yo, por mi parte, estaba más que dispuesta a dejarme mimar. Me apoyó sobre su pecho, grande y duro, hasta que mis lágrimas, que por fin habían salido en torrente, amainaron de nuevo.

***Decimocuarta parte*****

Mi rubia tutora tuvo que consolarme con caricias en el pelo y palabras tranquilizadoras. Yo, por mi parte, estaba más que dispuesta a dejarme mimar. Me apoyó sobre su pecho, grande y duro, hasta que mis lágrimas, que por fin habían salido en torrente, amainaron de nuevo.

—Después del cambio, los primeros reconocimientos no son agradables, lo sé —me decía, cuando iba recuperando mi compostura—. Ni siquiera conoces aún tu cuerpo como para que te lo...

Cuatrimonio

De cómo un padre de familia termina feminizado y casado, a la vez, con sus hijos y con su propio padre. Historia con elementos verídicos.

Me criaron en un entorno muy femenino. Tengo tres hermanas y siete primas, y por casa andaban a menudo dos tías, las dos abuelas y tres bisabuelas. Los pocos hombres de la familia se pasaban el día trabajando y no eran especialmente cariñosos. Mi padre me pegaba a menudo y me exigía que me comportara como un hombre. No es extraño, pues, que yo no tuviera ningún modelo masculino y que en cambio me integrase perfectamente en los juegos de las niñas y en las tareas domésticas.

Como quería ser igual...

Las cinco amigas (13)

Tuve sueños que, como poco, eran extraños. Me veía dentro de mi antiguo yo masculino y me fijaba en una chica que era idéntica a mi actual persona...

***Decimotercera parte*****

El agotamiento me venció pronto. Eran poco más de las diez cuando noté cómo se me cerraban los ojos a pesar de todos mis esfuerzos. Mi primera intención fue acostarme. Pero claro... ¡el maquillaje! Así que tuve que hacer de tripas corazón (unas tripas que seguían implorando más comida después de la escueta cena) e ir al baño a devolver mi cara a un estado natural que cada vez iba a ver menos y menos en mi vida.

Aproveché para aliviarme. No me hu...

Las cinco amigas (12)

A medida que avanzaba la tarde entendí por qué Dalia nunca parecía estar en una postura relajada, aunque estuviera sentada, comiendo o de cualquier otra manera. Al parecer, mi dueño había elegido para mí que fuera elegante y sexy al mismo tiempo

***Duodécima parte*****

A medida que avanzaba la tarde entendí por qué Dalia nunca parecía estar en una postura relajada, aunque estuviera sentada, comiendo o de cualquier otra manera. Al parecer, mi dueño había elegido para mí que fuera elegante y sexy al mismo tiempo. Eso requería aprender toda una nueva forma de moverme, de sentarme y hasta de comer. En algunos puntos me parecía a los juegos gestuales de mi nueva amiga, pero en otros me separaba. Ella era más... vulgar hasta...

Luna llena (3)

Nuevamente la necesidad imperiosa de Valeria por despertar el erotismo de los Hombres...

Luna llena 3

Nuevamente la necesidad imperiosa de Valeria por despertar el erotismo de los Hombres...

Esta vez no hay preámbulos.

Voy sentada viajando en el metro. El vestido corto sube más arriba de mis rodillas. La tanga se me incrusta entre las nalgas y me hace sentir una leve cosquilla entre ellas. El liguero le da forma a mi cintura. Los senos se ven antojables ya que los pezones se marcan debajo del vestido. El bolso descansa sobre mis muslos. Mi maquillaje está perfecto. Siento...

Las cinco amigas (11)

Casi cuando estaba terminando la comida, vi entrar una figura perturbadora. Era una mujer joven, bajita a pesar de sus tacones, con el pelo rubio oscuro, casi castaño, largo y muy rizado, más que el mío. Pero lo que más destacaba en ella eran dos pechos, por llamarlos de alguna manera...

***Undécima parte*****

Cuando recogí la bandeja con la comida, lo que encontré era tan escaso que me dieron ganas de llorar: un plato de espinacas hervidas y un filetito de pechuga de pollo a la plancha. Ni la sonrisa comprensiva de la camarera me animó.

Busqué con los ojos en la sala a Dalia pero no la encontré, así que me senté sola y empecé a devorar las magras viandas. Mis costumbres antiguas me llevaron a intentar engullir a grandes bocados... pero me di cuenta de que, sim...

Mi profesor

Con 19 años recién cumplidos mis padres me enviaron a estudiar fuera de mi ciudad, a una de las mejores universidades que pudieron pagar. Me alquilaron un piso para evitar las distracciones que conlleva compartir piso y comenzó mi vida de estudiante

Mi profesor@

Con 19 años recién cumplidos mis padres me enviaron a estudiar fuera de mi ciudad, a una de las mejores universidades que pudieron pagar. Me alquilaron un piso para evitar las distracciones que conlleva compartir piso y comenzó mi vida de estudiante.

Nunca me consideré homosexual, pero mi timidez y el considerarme escaso de atractivo me hacían ser un chico retraído y temeroso que con 19 años ni siquiera había besado a una mujer.

En la universidad no me fue mucho mejor. Re...

Las cinco amigas (10)

En mi vida anterior, ir a la peluquería era un trámite que tenía que cumplir cada dos meses más o menos. Entraba en el local de Luis, un señor mayor y calvo...

***Décima parte*****

En mi vida anterior, ir a la peluquería era un trámite que tenía que cumplir cada dos meses más o menos. Entraba en el local de Luis, un señor mayor y calvo (como casi todos los peluqueros, curiosa paradoja) y le preguntaba si tenía un rato para cogerme. Me sentaba en la una butaca que parecía tener cien años y a los veinte minutos salía con la cantidad de pelo imprescindible para peinarme. Y eso era todo. Mi conocimiento de lo que representaba para una muje...

Crecer y cambiar (2)

De como me aventure a vivir 2 dias como trans. Y a ser conocida por alguien más que mi hermana mayor

Llevaba varios fines de semana acudiendo a casa de Amber. Aprendí a maquillarme, a vestir, a bailar, a mirar con deseo, a beber y follar. Bastantes veces terminaba borracha, follando, Amber me daba un elixir y unas pastillas. Amber decía que eran para prolongar la "erección" y poner los pezones duros; poner el deseo en las tetillas" decía Amber.

Tras mes y medio, al mirarme en el espejo, los pezones no estaban solo duros, empezaban a puntear. Estaban hipersensibles. Se levantaban y miraban al es...

Las cinco amigas (9)

Al pasar al lado de la rubia de aspecto vulgar, volví a cruzar mis ojos con los suyos, de un extraño azul eléctrico. Me sonrió y, para mi horror, me dirigió la palabra:

***Novena parte*****

Me acerqué directamente a la persona que atendía el bar. Era una mujer de unos cuarenta y tantos años, muy bien conservada. Estaba sentada delante de la caja registradora. Tenía el pelo rubio (creo que no he visto tantas rubias juntas en mi vida) en un conservador peinado recogido en un moño bajo. Era muy delgada y sólo destacaban dos impresionantes pechos, algo caídos, en su figura recta como la de una escoba. Vestía un feo uniforme de camarera de rayas ver...