Crucificada por el viejo noruego y su amigo.
Metió el noruego la cabeza del gordo pollon de Alejandro, esperando una embestida colosal de este y suponiendo una que a la vez iba a recibir una estocad por atrás de él, me adelante con sutileza y escabulléndome como una serpiente entre aquellos dos sementales, pase a agacharme entre ellos con rapidez a la vez que con sendas manos agarraba aquellos dos colosos y palpitantes rabos.
De regreso a casa del viejo noruego, me pregunto si me había gustado la monta y paseo a caballo, esbozando al mismo tiempo una picarona sonrisa, que me hizo sospechar estos dos se conocían y habían tramado ese encuentro.
Pasaron unos días y se presentó a comer en casa Alejandro, invitado por el viejo vikingo, y por la soltura y amistad que se veía entre ellos, intuí, pues una no es tonta je, que esos dos picarones tenían una larga amistad y tramaban algo juntos.
Y ya en la tertulia del café tr...