En cualquier cantina de cualquier puerto...

Un extraño personaje vestido de negro entra en una cantina costera, por ahí del año 1700ytantos y pide una prostituta. Es la primera historia que publico, les agradecería mucho si la valoraran :-)

Nadie se percató de cuando un personaje de estatura mediana, complexión fuerte pero delgada, finas formas hasta eso y andar rudo, pesado, característico de aquellas personas que pasan demasiado tiempo en un navío, entró a una cantina en aquel puerto.

Iba ataviado con un sombrero adornado con una larga pluma blanca y sobre los hombros tenía echada una larga capa bajo la cual, a su paso, se balanceaba una cimitarra.

-¿Le servimos algo, señor?- Preguntó el cantinero.

-Una cerveza y algo...

Campo de Concentración para Esclavas (9)

Al director del campo le cuesta bastante convencer a la profesora para que firme el contrato de esclavitud, ésta tiene mucho más aguante de lo que él pensaba. Entretanto, Julia sigue probando diferentes instrumentos de tortura sobre el cuerpo de Ingrid.

Capítulo 9 Los sótanos de la Casa Grande II

Al principio, el señor Bridges ofreció a la joven Sunset librarse de la tortura si firmaba un contrato de esclavitud por tres meses, pero como era de prever, ésta se negó.

En realidad eso carecía de importancia, se dijo a sí mismo Geoffrey Bridges mientras desenredaba los cables de los electrodos y admiraba el bello cuerpo desnudo de la profesora colgando de sus brazos y completamente inmovilizada.

Para su desgracia Sunset sabía todo lo que...

Cati, la malvada (3)

Camino de su cita con Cati, Olga se topará con el barman del capítulo anterior. Sabremos que ocurrió aquella noche en el Dry Martini cuando bajaron las persianas...

Esa maldita huelga de taxis duraba ya demasiado y no tuve otro remedio que coger el tren para acercarme a la ciudad.

Dos días antes había recibido la llamada de Cati. Quería invitarme a comer. Quedamos a las tres, así que aquel dia me las arreglé para salir temprano del trabajo y pasar por casa a acicalarme. Tuve la suerte de que un compañero se prestó a acompañarme y, de este modo, pude tomármelo con tranquilidad.

Tenía un vestido monísimo de punto, de color pistacho, por estrenar. Me iba...

Campo de Concentración para Esclavas (8)

Julia e Ingrid intiman en la cámara de tortura de la Casa Grande.

Capítulo 8. Los Sótanos de la Casa Grande (I)

Tras exhibir a su nueva "muñeca tetona" por todo el Campo, Julia también quiso ponerse guapa. Recordemos que Ingrid iba maquillada y con altos zapatos de tacón, correaje de cuero, etc. Su ama no quería ser menos y por eso la condujo a sus propios aposentos. Una vez en su habitación Julia entró en el baño para cambiarse pero no quiso desnudarse delante de su esclava y le ordenó que permaneciera en el dormitorio y no se moviera de allí.

Desde dond...

Los grillos cantan

Mientras aguarda el desenlace de los hechos, el vampiro Tilde prefiere escribir a su amante mortal.

Advertencia: muerte, gore implícito , slash/yaoi, vampirismo.

Nota: Esta una historia slash/yaoi con toques de hetero o una historia hetero con toques de slash/yaoi. Y hay mucho sadismo, así que esta pareció la sección más adecuada.


Los grillos cantan

El dulce silencio de la noche, qué agradable refugio. Escucho a los grillos entonar sus piernas entre los arbustos alrededor de la casa, insistentes, anda a saber por qué razón. ¿Tú sabrás por qué suenan los grillos a tr...

Al diablo con el mundo

Tilde podía desgarrarlo, romperlo, moderlo las veces que quisiera. Mientras siguiera tocándolo, a Myrrot no le importaba.

Advertencias: slash/yaoi, lemon, sadomasoquismo, gore. Leídas las advertencias no aceptaré reclamo alguno sobre estos elementos. Nota: Myrrot y todo el universo que le rodea son propiedad de Selene 18. Mío sólo es Tilde.


La penetración fue inmediata. Myrrot arqueó su espalda lánguidamente, aferrándose a la pared rocosa a la vez que liberaba su primer gemido. El eco rebotó en la oscura cueva, regresó y entre sus nalgas las ardientes proporciones de Tilde embistieron...

Cati, la malvada (2)

Meses después Olga se reencuentra por sorpresa con Cati. La noche es larga... puede pasar de todo.

Llovía. Llovía a cántaros y la noche se presentaba desapacible. Desde la ventana del vestidor vislumbraba la luz de la farola de la esquina; bajo ella se arremolinaba esa lluvia, en ráfagas de intermitente tramontana.

El imponente silencio de la casa quedaba roto, sólo durante algunos instantes, por el repiqueteo de las gotas en los cristales.

Al abrir las puertas del armario se me planteó la primera duda: Elegante, sí, pero ¿atrevida? ¿o insinuante? ¿o quizás, directamente, exhibicionista...

Cati, la malvada

En el transcurso de una velada BDSM en su casa Olga conocerá a una mujer que, probablemente, cambiará su vida...

Rozaba la treintena.

Alta, alrededor del metro setenta y cinco, con un cuerpo esculpido por las sesiones, diürnas, de gimnasio y, nocturnas, de Dry Martíni, vestía para mostrarse al mundo; zapatos siempre altísimos y de tacón fino que le proporcionaban una altura impactante, impropia de las féminas de estas latitudes y, habitualmente, trajes chaqueta gris o negro que permitían un escote muy largo y una falda muy corta.

Su larga cabellera rubia recogida en un moño y un maquillaje extremado...

La Perla del Este

Sumida en el background de Shanghái la protagonista coquetea con el descontrol de su cuerpo y de su mente...

Cuando sonó el teléfono faltaban pocos minutos para las diez de la noche. Mrs K? His taxi waiting. Acabé de pintarme bien los labios. Rojo subido. Me había recogido el pelo en un moño y la exagerada prolongación de la raya de los ojos unida al vestido de seda negro semitransparente con encajes de lentejuelas ceñido al cuerpo me proporcionaba un aspecto decididamente oriental. Me acerqué hasta el ascensor con el paso titubeante que los zapatos, también negros y de altísimo tacón, me marcaban. A la...

Un cojo torturador y un legionario tuerto violador

Un cojo bastante voyeur espía a una mujer en un parque. Con la ayuda de un legionario tuerto la secuentran para usarla. Primera parte.

La observé. Llevaba un falda muy corta. Todos los días, casi a la misma hora, se sentaba en uno de los bancos del jardín de enfrente de mi casa. Se la veía descarada, con la blusa bien abierta para enseñar el canalillo. Debía ser una zorra calientapollas. Yo la miraba todos los días desde mi ventana. Si yo hubiera sido más joven seguro que me tenía allí a su lado, intentado meterle mano. Pero desde que aquel jodido tren me cortó el pie, pues no me veo acercándome a una puta caliente como ella. Y ella...