Esclava puta-cerda609. Mi Historia (I)

Esta es la historia de una mujer entregada por su esposo y convertida en esclava totalmente degradada por dos Amos Sádicos y depravados.

Mi nombre es "puta-cerda609". Casi no recuerdo como me llamaban antes, cuando aún ostentaba el rango de persona...creo que María, o algo así.

Desde hace unos ocho años he ido perdiendo progresivamente todos mis derechos como ser humano y me han ido convirtiendo en lo que ahora soy: un trozo de carne con tres agujeros, para uso, abuso y disfrute de machos de toda raza o especie. Mejor dicho, soy lo que mis Amos quieran que sea, según su capricho. Y digo mis Amos, porque pertenezco a dos concretam...

El Señor del Mar (II)

Un mensaje encontrado en una página de contactos llevará a Miriam a hacer realidad sus fantasías de sumisión y esclavitud. Segundo capítulo de este relato.

Karla solicitó permiso para acceder al despacho, golpeando suavemente con los nudillos en la puerta. Al no obtener respuesta, la abrió y pasó al interior de la sala. SeaLord le había dado instrucciones precisas: una vez dejara a Miriam, volvería a la casa y le informaría de todo. Le dijo que la esperaría en el despacho, al que tenía absolutamente prohibido acceder sin autorización. No obstante, SeaLord le indicó que esa tarde tenía que resolver algunos asuntos de manera urgente, por lo que era probabl...

Queridos Primitos

Un relato dedicado a dos amigos de la realidad, que en mi relato son castigados.

Quería dedicar este relato a dos chicos, sencillos, majetones y buenos amigos, que me animan a escribir otro relato. Por eso decidí además de dedicárselos, el que sean ellos los protagonistas. Se titula:

QUERIDOS PRIMITOS

Siempre me lleve muy bien con mis queridos primitos, Antonio y chico. De más pequeños, me tocaba cuidarlos cuando mis tíos así me lo pedían, pues yo soy un poco más mayor que ellos, con gran sentido por el orden, la disciplina y la responsabilidad y siempre se ganaron mi...

El Señor del Mar (I)

Un mensaje encontrado en una página de contactos llevará a Miriam a hacer realidad sus fantasías de sumisión y esclavitud.

Miriam se miró al espejo por última vez. Sonrió, pero no le gustó la imagen reflejada de su sonrisa. "Venga, chica, es la hora", se dijo, mientras limpiaba su falda de pelusas inexistentes. Suspiró hondo. Miró el reloj por enésima vez. Las seis y media. Miriam no quería llegar tarde, sabía que no podía llegar tarde. A las siete, un coche azul metalizado, conducido por una mujer rubia, la recogería en la parada de autobús de Plaza Asunción. No habría esperas. Si no estaba cuando el coche llegase, la ci...

La última página del diario

"El amor es la unión de un dueño y un esclavo; nunca de dos seres iguales" (Etienne Rey)

LA ULTIMA PAGINA DEL DIARIO

Desde esta soledad de mis días vacíos, de mis noches sin ti, escribo las últimas páginas de este diario que te pertenece, como todo lo mío. Estoy cansada, amor. Cansada de buscarte en mi recuerdo, en el frío silencio de mis lágrimas, en esta prisión colmada de tu ausencia. Escribo en el diario mi epitafio, colofón de nuestras vidas, que ya no tengo vida sin tu vida, pues no tengo más vida que la tuya. Es hora de buscarte donde estés. Si no te encuentro, amor, ven...

El final de la partida (IV - Final)

El ganador, ordena. El perdedor, obedece. El final de la partida llevará a Marta a vivir su primera experiencia como esclava. Cuarta y última entrega de este relato.

Jaime salió de la habitación. Regresó casi al instante. Debió ir a la cocina, pues traía en su mano un bote de zumo. Llenó un vaso y me dio de beber. Bebí ávidamente, como el náufrago que acabara de descubrir el oasis salvador. La frialdad del zumo alivió la sequedad de mi garganta y calmó una sed que se me hacía insoportable. Jaime llenó nuevamente el vaso. Y volví a beber, casi atorándome por el ansia. Mirándole con ojos cansados, le di las gracias. Creo que hasta esbocé una sonrisa. El me devolvió...

El final de la partida (III)

El ganador, ordena. El perdedor, obedece. El final de la partida llevará a Marta a vivir su primera experiencia como esclava. Tercera entrega de este relato.

El primer latigazo me sumió en la más absoluta de las zozobras. Las tiras de cuero arañaron mis nalgas y se enredaron en mi pierna derecha. Sentí un escozor profundo, en la piel y en el alma. Un fuego me invadió las entrañas. Mi espalda se corvó y mi cabeza se desplomó hacia atrás. Quise gritar con todas mis fuerzas pero la mordaza me lo impidió. Solo fui capaz de emitir un leve gemido, casi un gruñido. Mis dientes se apretaron contra la bola que atenazaba mi boca. Se me inundaron los ojos de unas lág...

La caída de Elena

Tras años de recordar una mujer a la que amaba, la reencuentro convertida en esclava sexual.

Hacía bastante tiempo que no la veía, casi ocho años, y la encontré aquel día en el autobús. La conocía desde hacía 20 años, cuando coincidíamos a llevar o recoger a nuestros respectivos hijos en la guardería, allí me fijé en ella. Elena no era una mujer hermosa, era más bien del montón, pero me fijé bien en la dulzura que desprendían sus correctas facciones, sus gestos, el movimiento y los escorzos de sus grandes y suaves manos, desproporcionadas con el resto de su cuerpo, más bien menudo, y del que...

El final de la partida (II)

El ganador, ordena. El perdedor, obedece. El final de la partida llevará a Marta a vivir su primera experiencia como esclava. Segunda entrega de este relato.

Me ahogaban la oscuridad y el miedo. Tenía necesidad de gritar pero la mordaza me lo impedía. Sentía la presencia de algo, de alguien, muy cerca de mí. Pensé que mi agitada respiración me impedía escuchar nada más. Contuve el aliento nuevamente. Un espasmo de terror me sacudió cuando mis pechos fueron agarrados firmemente por dos manos surgidas de la nada. Por detrás. No conseguía entender como Jaime había podido colocarse tras de mí, sin hacer el más mínimo ruido, sin tropezar con nada que delatara s...

El final de la partida (I)

El ganador, ordena. El perdedor, obedece. El final de la partida llevará a Marta a vivir su primera experiencia como esclava.

Cuando acabó la partida, nos quedamos en silencio, mirándonos fijamente a los ojos. Yo había perdido. Jaime sonreía burlonamente y se frotaba las manos, con el despecho de los ganadores. Mónica y Luis también sonreían, pero a ellos ni les iba ni les venía la historia. Al fin y al cabo, no eran los últimos ni los primeros. Ni imponían ni cumplían. La apuesta había sido aceptada por todos. No había límites. El ganador, ordenaba. El perdedor, obedecía.

Yo miraba a Jaime, pidiéndole clemencia con ojo...