¡Vámonos de putas!
Dos generales revolucionarios acuden al burdel más afamado de la ciudad, cerrándolo para ellos solos.
El general Lorenzo García Puente sintió el golpe del aire frío al salir de la cantina. No había bebido tanto, no como el general Juan B. Espinosa, pero la altura de aquella ciudad, el tequila y el golpe del frío lo obligaron a detenerse para afirmar las botas sobre la acera y envolverse en su sarape. Era una ciudad de hermosos edificios y noble disposición que nunca le había gustado. A los norteños nunca nos gusta esta ciudad, pensó.
-¡Vámonos de putas, hermano! –exclamó Juan B. Espinosa tomándolo del...