Recibiendo mi merecido (6) Vejación de sor Amelia
Mi tía se llamaba Amelia y era monja. Pero no descubrí su verdadera realidad hasta que encontré esa carta tan clarificadora para mí. Ya no era la única oveja negra de la familia.
Estaba confusa. De nuevo en casa de mis padres y de vuelta del trabajo de verano, pensaba en como podía haber gozado con tanto abuso por parte de los viejos; Remigio, el bobo; y Paco, el dueño del caballo semental. No había parte de mí que no agradeciera ese trato desconsiderado y fantaseaba todo el tiempo con las perrerías de las que había sido objeto, masturbándome una y otra vez, sin sosiego.
En mi adolescencia, la idea de haber sido adoptada me torturaba en los momentos más bajos. Pensaba que era...