Una noche inusual.
Cena sin bragas y sexo dominante.
Anochece. La luna, expectante y más brillante que nunca, ansía tanto como yo verte desde lo alto esperando en mi portal con ese ramo de rosas azules y negras, que sabes que son mis favoritas.
Mientras la hora se acerca, esa luna me contempla delante del espejo, donde se reflejan esos kilitos que me sobran y la celulitis que no tiene prisa por abandonarme. Yo, con una falsa sonrisa de esas que dicen «tranquila, no tiene importancia», aparto todo pensamiento pesimista de mi mente e intento verme gua...