Melisa, Marisa, Ruben....¿fingimos?
Calló. Abrí los ojos. Continúo callando. Ambos nos dormimos abrazados, como colegiales, mientras por toda la casa, resonaba la bestial y estruendosa follada de nuestras respectivas parejas
Melisa, Marisa, Rubén…¿fingimos?
Melisa me miraba, utilizando esos maravillosos ojos grises, de semblante triste, atestados de nostalgia, de agradecimiento y sosiego.
Los mismos ojos que, unas horas antes, había utilizado para exhalar su placer, con aquella expresividad tan inocente tipo “no me puedo creer lo que nos está pasando” mientras, desde el otro lado del tabique, los gritos de mi mujer copulando con su marido, reclamaban más rabo, más lefa, más polla.
Ni Melisa ni yo, días antes,...