Atado y sometido a sus deseos
Sus órdenes eran que la esperara esposado a la cama y con un antifaz para que ella pudiese disfrutar como quisiera con mi cuerpo.
Era sábado por la tarde, me encontraba esposado en la cama y con un antifaz, desnudo de cintura para arriba. Llevaba así toda una hora que se estaba haciendo eterna. Un bulto crecía en mi pantalón, anteponiéndose a lo que más tarde llegaría. Ella me había había mandado un mensaje con la orden de que esperara así su llegada.
Después de lo que para mí fue una eternidad, la puerta se abrió. Escuché los pasos de sus tacones acercarse hacia mí y luego su cálido aliento aproximándose a mis labios para darme...