Follada en la hermandad
Una chica ha cometido un acto atroz y para librarse de la cárcel accede a ofrecer su virginidad a un grupo de personas para que hagan con ella lo que quieran.
—Separa las piernas. Más, he dicho que más. Recuerda que estás aquí por propia voluntad, que nadie te ha obligado a ello.
Susurró el hombre contemplando mi cuerpo con avaricia.
Lo de que nadie me había obligado se cogía con pinzas, digamos que no había tenido más remedio y ahora ya era demasiado tarde como para hacer otra cosa al respecto.
La sala era oscura. Estaba estirada en una cama y muchas pantallas adornaban las paredes. En ellas se me veía a mí. Sola, desnuda, expuesta.
Me ha...