¡Sexo duro...!
Aunque fuese mi madrastra, me preguntaba por qué la trataba así...
La cena no fue tan agradable como el almuerzo. Mi padre llegó borracho como siempre, metiéndole mano bajo el vestido con descaro. Ella mostró su desagrado y yo también, incluso le pedí que parase y él me contestó que era “su mujer” y que estaba en “su derecho” a meterle mano, así de fino era.
Beyda me pidió que me fuese a estudiar ante el enfrentamiento y yo opté por hacerlo harto de tanta bordería.
Mientras estaba en la habitación sentí los golpes y los movimientos de la cama, ¡estaban follando...