De exploración
Mira mi mano, me la has llenado de leche dije yo...
En los siguientes días, en el instituto, me convertí en una depredadora de pichillas jóvenes. Había un chico gordito, Santi, no hablaba mucho, pero yo sabía que le gustaba y era vecino mío y compañero de clase. Así que un día, me las ingenié para coincidir con él a la salida y para volver juntos a casa caminando.
—¡Hola Santi! —dije yo sorprendiéndole desde atrás.
—¡Hola Clara! —dijo él dando un respingo sin esperarme, poniéndose en guardia primero, pues había unos chicos que lo acosaban y luego...