Para Ester, que una noche quiso ser mi amante.
Sabía que estoy casado. Pero vino a mi oficina buscando morbo.
Para Ester, que una noche quiso ser mi amante.
Al final te has armado de valor y has venido a mi oficina. Te siento ante el teclado. En el mismo lugar en el que estaba yo.
Tú detrás, vete aprendiendo, te digo. Me besas, acaricias mi cabeza, hundes tus dedos en mi pelo, como si fueran un peine. Fuera corbata. Estás muy serio. Sonríes ahora y sin dejar de besarme, vas soltando los botones de mi camisa. Yo hare lo mismo contigo, recuérdalo. Ahora te toca a ti.
¿Nervios? Sí, supongo que sí, p...