Sólo me pasan cosas buenas
Y Tomás lo atrajo hacia sí, lo obligó a ponerse a cuatro patas al borde de la cama, con la almohada todavía entre sus dientes, y empezó a meterle y a sacarle el vergajo a una velocidad de infarto y a la mayor profundidad de que era capaz. Sus enormes cojones rebotaban contra las cachas de Ignacio, y con el sudor que empezaba a emanar de los poros de Tomás, pronto el sonido de aquellos huevos colosales contra la blanca piel de Ignacio fueron como de chapoteo.
Sólo me pasan cosas buenas Al fin, después de varios años de arduas meditaciones, he llegado a la conclusión de que debo compartir las vivencias que me participó Ignacio, mi mentor, a fin de ayudar, inspirar o traer luz a quien pueda necesitarla. No diré quién soy, porque en ésta y en sucesivas historias el único protagonista es Ignacio, quien desapareció misteriosamente hace unos años y que, esté donde esté, será un hombre tan feliz como ningún hombre haya sido. Nuestra historia comienza un frío día...