El psiquiatra
- ¿Qué pasó después? - Había más hombres esperando su turno. Otra polla gorda y venosa ocupó el lugar de la anterior. Esta vez pude rozar sus cojones con la punta de la lengua. Éste se corrió pronto, sin avisar, a borbotones. La leche rodó inagotable por sus dedos hasta caer directamente...
El psiquiatra
Fabio se recostó en el diván y cerró los ojos mientras Robert, su psiquiatra, cerraba la puerta con pestillo.
¿Qué tal la semana? –preguntó Robert, con aire distendido.
Como siempre. Mucho trabajo y poco sosiego. ¿La suya?
Muchos pacientes, no puedo quejarme.
¿Alguno como yo?
Absolutamente ninguno.
En realidad, Fabio ya no era paciente. Hacía meses que no necesitaba seguir viendo a Robert, (de hecho el psiquiatra ya no le cobrab...