La muerte nos sienta tan bien... 2

Miré hacia la otra cama mientras Néstor me embestía en profundidad, convencido de que eso sí que habría despertado a Juan. En efecto. Juan parpadeó varias veces, acostumbrando sus bonitos ojos a la luz. Después miró a Néstor y puso cara de vete a follar a tu habitación, cabrón, y luego me vio a mí

La muerte nos sienta tan bien… II

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Así que Lían aún sentía algo por Néstor. Y al mismo tiempo yo le gustaba (físicamente, intelectualmente y quizá hasta para enamorarse de mí). Me pregunté si Lían no estaba buscando desesperadamente alguien a quien amar. Y me alegré de no haberle dicho que él también me gustaba. No deseaba darle esperanzas. Había enterrado a mi novio hacía diez horas y había conocido, quién iba a decirlo, a ocho chico...

La mesa, el manubrio y las natillas

Un compañero de trabajo me dejó vivir con él unos días. No me dijo que compartiríamos piso con su padre y no tenía ni idea de las cosas que sucedían en aquella casa a altas horas de la madrugada...

La mesa, el manubrio y las natillas

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Acababa de cortar con mi novia, después de cinco años de relación, y la situación era tan tensa que decidí irme de casa. Le dije a Mary que metiera a alguien para compartir los gastos del alquiler, cogí mis cosas y me fui a casa de mis padres, mientras me preguntaba qué iba a ser de mi vida.

Estuve con ellos un par de meses, hasta que empecé a salir con otra chica e intenté llevarla a casa para presentársela a mis padres....

La muerte nos sienta tan bien...

- ¡Hola Rafaaaa! –dijeron todos a la más pura tradición de alcohólicos anónimos. – Te queremos –añadió uno por lo bajini, para más inri. - Rafa ha perdido a Esteban, su novio. ¿Era tu novio o tu marido, Rafa? - Novio, novio. - Ha perdido a Esteban, su novio. Se ha ahorcado. - Qué horrible –dijo alguien. - Lo siento mucho –añadió otro. - Algo malo habría hecho –dijo un tercero.

La muerte nos sienta tan bien…

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Era casi medianoche y no quedaba nadie conmigo en el vagón. Miré otra vez la hora. Aún quedaban veinte minutos para que el tren pasara por mi pueblo. Pero, por primera vez en mucho tiempo, no deseaba llegar a casa. Ya nadie me esperaba allí.

Recosté la cabeza en la cabecera del asiento y cerré los ojos, intentando no pensar en lo que había ocurrido. Aún así, las imágenes del atropello me regresaban a la retina una y otra vez....

Cuando ya no te esperaba 8

Entonces de pronto se incorporó y me llevó la cabeza hasta su vergajo. - ¡He dicho que tragues! Me metió la polla en la boca a la fuerza y me empujó la cabeza contra su miembro, con todas sus fuerzas. Aquello me puso a mil. - ¡Traga, traga, traga! Hice lo que me pedía, repletos mis morros de carne

Cuando ya no te esperaba, VIII Conforme tragaba polla se me fue pasando el cabreo. En realidad, era un alivio. Sergio era un degenerado, quizá un adicto, pero no era culpa mía. Yo no le había descubierto un nuevo mundo de placeres prohibidos seduciéndolo, ya lo había descubierto él solito hacía muchos años. En cuanto a las mentiras, Sergio tenía parte de razón. Yo también era una persona distinta según con quién me encontrara. Para Sergio era el amigo gay y sempiterno enamorado. Para Marcos, el ...

Cuando ya no te esperaba 9

¿Imaginas como es caer de rodillas en un lugar así, probar esas setenta pollas, lamer esos setenta culos, ser acariciado por ese mar de deliciosos cojones, ser atravesado por un miembro, y otro, de dos en dos, de tres en tres, tenerlos en la boca, en las entrañas, en las manos, por todas partes y a la vez? Tu amigo sabe lo que es.

Cuando ya no te esperaba, IX Quedé con Sergio al día siguiente. En un café, para evitar tentaciones. Me sentía traicionado. No por Marcos, que al fin y al cabo solo había follado con Sergio, igual que yo, sino con el propio Sergio, por engañarme durante años, por decirme que me quería la noche que hicimos el amor en el parque y no tener reparos en tirarse después a mi marido, por jugar con mis sentimientos, los de Marcos, los de Marta y los del mundo en general, por estar enfermo, (porque lo de Sergi...

Cuando ya no te esperaba 7

Se asfixiaba con mi polla, se la clavaba tan dentro que temí que fuera a hacerse daño. Le caían regueros de saliva, me empapó entero. En fin, ya sabes, una de esas mamadas espasmódicas que te dejan flojo.

Cuando ya no te esperaba, VII Pensaba que iba a enfadarse, pero Sergio sonrió. - ¿Me has seguido hasta la playa? ¿Y qué has visto? - Todo. - ¿Qué es todo? - Tu numerito apoyado en el árbol, los que se te corrieron en la cara, el que te comió el culo - ¿Qué te pareció la doble penetración? - Eso no lo he visto. - Ah, entonces te has perdido lo mejor. ¿Dónde estabas? - Por encima de tu cabeza. - ¿Lo has grabado? Aquí me cabreé. - ¿Que si lo he grabado? ¡Pero qué estás diciendo! ¿Tú te oyes? ...

Empaque y profundidad

Tras comerle bien las tetillas bajó hasta el ombligo, y la verga de su padre empezó a latir rítmicamente entre sus dedos, más enhiesta conforme la boca de Francisco se acercaba. - Hijo, no puedo más. Cómele la polla a tu padre. - ¿Quieres que te haga una buena mamada? - Quiero que me hagas la mejor mamada de toda mi vida. - Procuraré no decepcionarte, papá.

Empaque y profundidad Ignacio Sabio siempre ha sido (y seguro, sigue siendo) un hombre que acata sus responsabilidades, sean éstas cuales sean, desde el primer momento, con entereza y decisión. Y siempre cumplió esa norma, excepto con su hijo. Nuestra historia comienza cuando Ignacio cumple los cuarenta. Ya tiene publicados ocho libros, uno por año, goza de una excelente salud, un matrimonio feliz y tiene más dinero del que jamás podrá gastar. El día de su cumpleaños, Ignacio fue agasajado por sus am...

Cuando ya no te esperaba 6

- Entonces, ¿te parece extraño que te ponga la polla en la cara? Afirmé con la cabeza, aprovechando para tocar la punta de su nabo con la punta de mi nariz. - ¿Te parece raro que te la restriegue por los labios? -dijo, haciéndolo a continuación.

Cuando ya no te esperaba, VI Aquella misma noche me presenté en casa de Sergio con la intención de aclarar las cosas. De primeras no iba a comentarle que lo había seguido hasta la playa pero las cosas no salieron según lo planeado, cosa a lo que iba a tener que acostumbrarme, tratándose de él. Llamé a la puerta a eso de las diez y me abrió en pelotas, lo cual ya me descolocó un tanto. - ¡Hola, Luis! -dijo, bastante efusivo teniendo en cuenta que llevaba tiempo ignorándome. - Estás desnudo. - ¿Quie...

Cuando ya no te esperaba 5

Sergio estaba tragando polla a dos carrillos y aceleraba su pajote, sin dejar de salivar y retorcerse de gusto, el taxista empezaba a follarle la boca sin muchos miramientos y el guiri se iba acercando poco a poco. No pude hacer otra cosa que sacarme la polla yo también y empezar a darme caña porque me estaban poniendo a diez mil.

Cuando ya no te esperaba, V Hacía más o menos un mes de nuestro encuentro nocturno en el parque y, pese a las cosas que nos habíamos dicho aquella noche, no había vuelto a ver a Sergio. Mentira. Me lo había encontrado en el supermercado, unas dos semanas después de nuestra noche mágica, pero al verme se había escaqueado disimuladamente por el pasillo de los congelados. En aquel momento su huída me había provocado una sonrisa. Ahora, la urgencia de continuar con lo nuestro no me dejaba sonreír. Al pri...

Cuando ya no te esperaba 4

Y mientras Sergio orinaba yo recordé una noche hacía años en que volvíamos de una fiesta y se alejó como hoy a orinar, y yo lo seguí y le pedí que me dejara mirar ya que no me dejaba catar y accedió, y me reí para mis adentros...

Cuando ya no te esperaba, IV Llegué al parque cinco minutos antes de la hora en que Sergio me había citado. La temperatura era agradable. La luna, casi llena, iluminaba los columpios, situados en el centro del parque dentro de una isleta cubierta de arena de playa, y les confería un aspecto extraño, como de paisaje extraterrestre. Los aspersores estaban encendidos y regaban los diferentes jardines. Supuse que su funcionamiento era automático. No esperaba encontrarme al jardinero a aquellas horas, ya...