Mamadora virginal
La tímida adolescente aprende a mamar.
Al principio no le gustaba nada. Le desagradaba el sabor de la verga, la sensación de las venas hinchadas y palpitantes, el almizclado olor y la inevitable interferencia de los vellos púbicos y, sobre todo, le asqueaba, casi hasta provocarle arcadas, la repentina llegada del turbio torrente de grumoso semen.
Pero un par de días después se había vuelto adicta: primero fue sorpresa, más tarde morbo y finalmente ardiente excitación lo que sintió al ir descubriendo que durante varios minutos, que el...