La fábrica (34)

Continúa el suplicio de Soledad a manos de Mica

Para esa altura no sólo no había de mi parte nada para objetar sino además ninguna duda acerca de lo que me esperaba: el hecho de que Mica me ordenara abrir la boca dejaba bien a las claras que su plan era utilizarme como inodoro en su real uso y sentido.  Comencé a temblar; la miré y, seguramente, mi mirada era implorante.  Sin embargo, bastaba con ver los ojos de Mica para darse cuenta que era absurdo esperar alguna piedad de su parte; sus mejillas brillaban rozagantes y las comisuras se le estiraban en u...

La fábrica (33)

Soledad continúa en casa de Evelyn y en manos de su amiga Mica, quien sólo piensa en dar rienda suelta a los oscuros deseos de venganza que, durante días, ha ido maquinando en su cabeza sin saber que el destino le serviría tal plato en bandeja

El terror se posesionó de mí a tal punto que di un salto sobre las palmas de mis manos e instintivamente giré la cabeza por sobre mi hombro.  Mica me miraba con una mueca siniestramente divertida.

“Tranquila – me dijo, en falso tono tranquilizador, mientras me enseñaba la botella en su mano -.  Has tenido cosas peores que esto dentro del culo, ¿o no?”

Coronó sus palabras con un guiño de ojos que sólo destilaba sadismo.  Moví mi cabeza a un lado y a otro en señal de negación o, más bien, de súpli...

La fábrica (32)

Nuevas desventuras se ciernen para Soledad a partir de la llegada de Mica

Las fichas me cayeron todas juntas.  ¡Con razón me sonaba haber oído previamente ese nombre de labios de Evelyn!  Ahora recordaba perfectamente que ella la había mencionado aquel día en la oficina de Luis, justo unos momentos antes de dar media vuelta y renunciar.  Conque ésa era la chica… No sé por qué, pero no la había imaginado tan joven.  Sus ojos, ahora que ella sabía quién era yo, brillaban de un modo especial… y en ese brillo descubrí una mezcla de sentimientos y sensaciones que iban desde la incredu...

La fábrica (31)

Bien, finalmente llegó la continuación. Pido mil disculpas por la demora pero es que recién en esta semana se puede decir que vuelvo a tener ojo. Agradezco a quienes me escribieron y me enviaron buenos deseos y, en fin, no sé qué decir de aquellos (pocos) que lo hicieron para insultarme...

Aun entre todas las situaciones humillantes que me había tocado vivir, puedo asegurar que pocas tuvieron parangón al hecho de que ambas hablaran de mí como si yo fuera un mero objeto sin decisión alguna o, como mucho, un simple animal.  Evelyn dejó en su casa a Rocío y sentí un enorme alivio cuando la rubia se bajó del auto; de todos modos, no hace falta decir que no desaprovechó la oportunidad para saludarme y sonreírme con sorna.

“Portate bien – me recordó varias veces, apoyando un dedo índice sobre...

La fábrica (30)

Continúan las desventuras de Soledad en lo que constituye, sin dudas, el día más humillante de toda su vida

Con un gesto tan amable como elocuente en cuanto a su significado, el hombre me hizo seña de que me inclinase sobre el mostrador; vacilé durante unos segundos, pero finalmente lo hice, quedando con mis pechos prácticamente sobre el cristal.  ¿Qué otra opción tenía?  Mientras lo hacía, ojeé de soslayo el objeto que sostenía en sus manos y me invadió un acceso de terror que me hizo temblar de la cabeza a los pies.

“Tranquila – dijo Rocío mientras me acariciaba un brazo en lo que constituía un falso inte...

La fábrica (29)

Inesperada presencia de Daniel en el lugar mientras Soledad es penetrada analmente por el vendedor de palomitas de maíz de la plaza...

Fue tanta la conmoción que me invadió que, aun a pesar de llevarme una mano a la boca para silenciar cualquier grito de espanto, el nombre de mi esposo se deslizó por entre mis labios casi como si yo careciera de control sobre mi lengua:

“Da… niel”

Fue apenas un susurro, pero claramente audible, lo cual quedó demostrado en el hecho de que tanto Evelyn como Rocío desviaron de inmediato sus ojos para mirar hacia donde yo lo hacía.  Comprendí al instante que había sido una tonta, pues de no haber e...

La fábrica (28)

Nuevas sorpresas aguardan a Soledad una vez que se retira de la comisaría en compañía de Evelyn y Rocío, ambas rojas de ira ante el hecho de que nuestra protagonista "perdió" el consolador que le habían instalado en la cola. Una vez más, pido disculpas por las demoras debidas a problemas familiares

“Es cierto – dijo Rocío, al cabo de un rato, pensativa y sin dejar de mirarme -: no sería justo, pero… tampoco me parece que tengamos que castigarla tanto”

El comentario, por supuesto, me sobresaltó y,  viniendo de quien venía, no pudo menos que generarme una cierta desconfianza.  Evelyn, no menos sorprendida que yo, giró la vista hacia su amiga.

“¿Qué estás diciendo?” – preguntó, extrañada.

“O sea… - se apresuró a aclarar Rocío -: me parece perfecto que nadita tenga que tener esta noche s...

La fábrica (27)

Soledad vive un insólito episodio con el oficial de policía en un sucio y maloliente baño exterior de la comisaría; se reencuentra luego con Evelyn y con Rocío, cuya perversa mente, de pronto, no para de pergeñar las más perversas ideas...

Me giró y me hizo apoyar las palmas de mis manos contra la inmunda pared.  Me tomó por las nalgas y, durante algún momento, fue como si las sopesara; las zamarreaba de tal modo de levantarlas y dejarlas caer como si quisiera comprobar si estaban en su lugar.

“Cola firme y bien paradita – dictaminó, con voz sibilina y confirmando mis pensamientos -.  De las que a mí me gustan”

Acto seguido se desabrochó el cinturón y lo arrojó a un lado junto con su teléfono celular que, una vez más, visitaba el...

La fábrica (26)

Continúa la historia de Soledad, a quien, esta vez en compañía de Evelyn, le toca hacer una nueva visita a la comisaría. Nuevas y denigrantes experiencias la esperan allí

Siempre con su mano sobre la base de mi espalda, el oficial me fue guiando a través de un largo corredor y, para mi vergüenza, me hizo pasar nuevamente por delante de casi todo el personal policíaco que se hallaba en ese momento en funciones en aquella dependencia.  De pronto salimos al aire libre y me encontré cruzando un patio con piso de ladrillos; la tarde ya estaba bastante avanzada, por lo cual el sol ya prácticamente no daba allí sino que quedaba oculto por detrás de altos muros que rodeaban el patio...

La fábrica (25)

Nueva entrega de la historia de Soledad, en torno a la cual sigue creciendo el círculo de la humillación. Si bien hay lectores que me piden que no lo haga, me siento obligada a pedir disculpas por las demoras, pero la falta de tiempo y los problemas de salud en la familia me tienen a maltraer

“Bueno, vas a decirnos ahora qué es lo que pasó” – me urgió en tono imperativo Evelyn, deteniendo el auto junto a la acera.

No había estacionado en ningún sitio en particular ni tampoco era que hubiésemos llegado a destino alguno.  Si aparcó el vehículo, fue simplemente porque consideró que ya era momento de exigirme una explicación de lo ocurrido; tanto ella como su amiga se giraron hacia mí con expresión expectante en sus rostros.

“B… bueno… - tartamudeé -; v… verá, s… señorita Evelyn: el s… s...