Las desventuras de Virginia (y 4)

Virginia se inicia en el mundo laboral...

  • Estoy muy nerviosa – dijo, mientras se ajustaba una cinta blanca en el cabello.

  • ¿Es tu primer trabajo?

  • Sí, la verdad es que sí – Virginia se volvió y sonrió a Sonia; era una de las monitoras más expertas, y le enorgullecía que le prestara atención y que se interesara por ella.

La otra, sentada en un banco del vestuario, le devolvió la sonrisa y siguió atándose los cordones de sus deportivas:

  • Tranquila; ya verás que no es para tanto.

Podría serlo o no podría serlo, p...

Las desventuras de Virginia (3)

De cómo Virginia perdió su... virginidad.

"¡Maldita sea! ¿Dónde estará?"; una atareada Virginia rebuscaba en unos cajones de la mesita de su habitación; agachada, su poderoso trasero se meneaba y sólo permitía adivinar un brevísimo tanga negro cuya tira, hundida en la raja de su culo, se ensanchaba allí donde apuntaba su sexo.

Dejó de buscar, levantó la cabeza y una sonrisa iluminó sus verdes pupilas:

"¡Ya lo sé! ¡Estarán en el cuarto de mamá, estoy segura!", y, decidida, se encaminó hacia allí.

Atravesaba el salón una adoles...

Las desventuras de Virginia (2)

Se inicia este relato en la infancia de Virginia. Las cosas son como son y no pueden alterarse por respeto a los lectores.

  • ¡Salgan del agua! ¡Hay un banco de medusas!

El sol de julio se reflejaba en el megáfono que portaba uno de los socorristas; una marabunta de bañistas que jugueteaban en la orilla o que nadaban cerca de la costa empezó a salir, como si de pronto el agua del mar hubiese sido envenenada. Gritos, chillidos, carreras…, el caos se apoderó de aquel sector de la playa. Virginia chapoteaba torpemente, intentando impulsarse con sus manguitos; un anciano desconsiderado, en su huida, le dio tal codazo en ...

Las desventuras de Virginia (1)

Epílogo / prólogo del destino de Susana y de los infortunios que acecharán a Virginia; la relación entre ambas es muy cercana, como veréis al leer el relato.

Susana

  • ¿A que no tienes ovarios?

Una sonrisa se dibujó en el hermoso rostro de Susana, permitiendo ver una perfecta hilera de blancos dientes.

  • Claro que los tengo – contestó divertida al teléfono.

  • Muy bien – era tal el barullo que se oía de fondo que la voz de Marcelo casi se confundía con él -. En una hora estoy ahí.

  • De acuerdo. Hasta luego.

Susana colgó el teléfono y volvió a sonreír dichosa: su plan iba viento en popa y no dudaba de que esta vez sí quedaría...

El destino de Susana (9)

Llegamos al final de este relato; Susana ha encontrado su destino.

Al llegar a la pensión después de haber dado una clase particular, oyó que la llamaban:

  • Fajardo.

Se volvió y vio que la dueña le hacía señales para que entrara en su despacho; asintió y así lo hizo. Aquélla cerró la puerta:

  • Bueno, Fajardo; siéntate aquí, conmigo, a la mesa. Quería hablar contigo, si no tienes inconveniente.

  • No, claro que no – respondió Susana, dando un vistazo a la estancia. Era una especie de alacena que tenía la misma forma que su habitación, sólo que al...

El destino de Susana (8)

Un director de oficina bancaria, ya maduro, parece ser la tabla de salvación que necesita Susana...

Sintió su mano en la pierna; ésta fue subiendo sobre el grueso pantalón de pana hasta llegar a su sexo, donde presionó suavemente dos o tres veces, pero no le importó. Es más, Susana miraba sonriente, con ojos amorosos, a quien eso le hacía. El hombre, que rondaba los cincuenta y seis años, dejó de mirarla y devolvió la vista a la carretera: era Javier, su último acompañante y, quizá, el más cariñoso. Ella, a su vez, miró adelante y, luego, por la ventanilla, contemplando el paisaje pirenaico. La habí...

El destino de Susana (7)

Finalmente, Susana se decide a dar clases particulares...

Ahí estaba, ya había llegado: desde la barra de la cocina americana la miraba una citación judicial acompañada de un aviso de embargo; el café con leche humeaba en su mano derecha. Habían llamado a la puerta hacía algo menos de una hora y ella había abierto tal y como iba, sólo cubierta por la parte superior del pijama dejando ver sus muslos, bien blanquitos ya desde que se había visto obligada a dejar el gimnasio, al agente judicial. Medio soñolienta aún, algo desgreñada, había firmado con una sonris...

El destino de Susana (6)

Susana se decide a visitar a su editor...

Enfundada en un corto vestido tejano que se sujetaba por el cuello dejando brazos, hombros y espalda al descubierto, con un bolígrafo en una mano y una calculadora en la otra intentaba, sentada en el sofá amarillo de su salón, cuadrar unos números imposibles. Con desesperación, veía que aquellos se negaban tercamente a seguir el camino que a ella le hubiese gustado.

Dejó bolígrafo y calculadora, tomó un humeante tazón que tenía sobre la mesita, al lado de mil papeles sin sentido, y se dejó caer e...

El destino de Susana (5)

De cómo una jornada playera puede convertirse en una pesadilla...

A duras penas y arrancando más de un berrinche a los conductores que esperaban, pudo Susana aparcar el coche. Palabras irónicas, miradas sarcásticas y algún que otro insulto acompañaron su sudorosa vergüenza mientras ponía el freno de mano y se le calaba el automóvil al haberse olvidado, con los nervios, de sacar la primera.

"Mecagüen...", rezongó para sus adentros, mientras temblorosa y con la llave en mano, salía al exterior. Una vez fuera, se dirigió al maletero y sacó de él una bolsa de mimb...

El destino de Susana (4)

Sólo a Susana puede ocurrirle lo más insospechado en un probador de una gran tienda de ropa...

Estaba sentada ante el editor, un hombre cuarentón, pero que seguía manteniendo cierto atractivo.

  • Las ventas del último ejemplar han sido magníficas – estaba diciendo – y han superado con creces nuestras expectativas. Parte del éxito también se debe a nuestra preciosa traductora... – añadió, mirándola fijamente.

Susana se sentía incómoda, y no sólo por estar sentada: ciertamente los halagos eran de agradecer, pero a veces le parecía notar como si el editor la estuviera desnudando con los...