Primer sexo
Como la encustadora acabo con mi sequia.
Era una mañana lluviosa, me levante como siempre excitado, el bulto en la manta delataba el estado de mi entrepierna, la tenia tiesa como un mástil, instintivamente mi mano acudió como siempre en su busca y saludándole los buenos días, pasando mis uñas por los apretados globos, llenos a reventar de nuevo, recorriendo la verga en toda su longitud, relajando los músculos para sentirla palpitar bajo mi palma, los sentidos concentrados para que el placer sea mas intenso, no había duda que deseaba estrenar...