Saciada por garrulos (2) Vestida de semen
Mis manos temblaban viendo al garrulo secarse, especialmente cuando alcanzaba la entrepierna y allí se aplicaba con la toalla, tirando de ella de atrás para adelante, repasando bien los testículos y dándose con frenesí para que todo quedará bien seco de agua, pero bien macerado en jugos.
Un cerdo murió por mi culpa y el gorrinero se cobró el desperfecto. Nunca había pagado nada tan a gusto. Creía que no quedaba nada por saldar, pero estaba equivocada. Faltaba el recargo. M emorias. Verònica Flaquer**
No podía conciliar el sueño por culpa de esos berridos. Ignoraba que traíamos un semental junto al cerdo muerto, un verraco que las gorrinas de la pocilga olfateaban. Igual que Clarice Starling deseó el silencio para sus corderos, lo mismo deseé para ellas. Tranquilizadas por un cambi...