Embestida por el conductor de autobús
. Sentía cómo me escocía, sentía cómo me ardía, pero no me importaba, aquello me excitaba más. No podía parar de jadear, de gritar, de retorcerme de placer, de morderme el labio inferior. Sentía que me iba, sentía que iba a correrme abundantemente sobre él, sentía cómo algo bajaba desde mi estómago.
Aquel conductor de autobús ya me había llevado de viaje alguna vez. Tenía algo, no sé el qué, que a mí me volvía loca. No sé si era su largo cabello, su barba, sus ojos azul cristalino, esa seriedad que tan interesante le hacía, la gran diferencia de edad que se hacía tan evidente entre nosotros, o todo en general; pero aquel hombre me excitaba mucho.
Era viernes, y yo me dirigía a Madrid a ver a unos amigos. Y cuando se acercó el autobús que me llevaría hasta mi destino, observé que era él quien volv...