Dile hola a tu cuñado.
Víctor y Sonya se acuestan a espaldas de la hermana de ésta, que cada vez sospecha más. Mientras tanto, tienen detrás a la policía y ni siquiera lo saben.
—Haga el favor de acompañarnos sin armar escándalo, señor – le dijo el policía, y Víctor notó las esposas en sus muñecas, y supo que se lo llevaban. Miró a lo lejos y vio a Sonya. Y le gritó. Y ella lloró y echó a correr.
18 horas antes.
—Bueno, niños, ¡hemos llegado! – anunció la voz de Raji, convirtiendo las eses casi en efes por culpa de sus grandes incisivos delanteros. Un largo suspiro de felicidad se escapó de los pechos de todos, había sido un viaje terriblemente largo. Aunque a intervalos...