Johnny me quiere hacer una panza

Soy cuarentona, casada pero separada de mi marido. Nunca tuve a ningún otro hombre, ni antes ni después de mi marido, él había sido el único hasta que mi hija, tratando de alegrarme la vida, me presentó a un muchachito, ¡a un negro!, quien me sedujo y me hizo descubrir las maravillas del sexo.

Johnny me quiere hacer una panza

Resumen

Soy una mujer cuarentona, casada pero separada de mi marido desde hace unos años. Nunca tuve a ningún otro hombre, ni antes ni después de mi marido, él había sido el único hasta que mi hija, tratando de alegrarme la vida, me presentó a un muchachito, ¡a un negro!, quien me sedujo y me hizo descubrir las maravillas del sexo.

++++

Hola, quisiera presentarme; soy una mujer cuarentona, casada pero separada de mi marido desde hace unos años, aunque...

El Peregrino Negro y Doña Virginia.

Un peregrino negro que vagabundea por la Galicia Profunda remediando variados males y ansiedades.

El Peregrino Negro y Doña Virginia.

https://www.todorelatos.com/relato/142650/

No sé si lo dije, creo que no, en mi encuentro con la señora María, debió impresionarla mucho el que un negro anduviera por aquellos andurriales y encima con concha en ristre, y lo mismo debió pensar Doña Virginia al escrutarme desde los visillos de su ventana cuando paré a descansar bajo sus ventanas.

Pero no adelantemos acontecimientos.

Volví, tras él toma y daca con la señora María, a ponerme en movimie...

Iniciación al folleteo

De como un aprendiz recadista se ve envuelto en otro aprendizaje...

Siendo aún chavalete me vi arrojado por mis padres de la aldea parea sumergirme en el mundo laboral de la ciudad, y aquí me tienen ustedes con 17 años y disfrutando ahora de los placeres de las mujeres maduras. Algo que sino cuento exploto.

Con 17 años aterricé en la ciudad de la mano de mi alter ego Alejandrín que ya rayaba el cuarto de siglo, y de cuya mano por trasteos de la vida  y de sus enredos me vi colocado como su ayudante en el reparto de productos cosméticos y de perfumería en una important...

María, la barbie madura

Casi siempre las cosas ocurren cuando menos te lo esperas. Una serie de coincidencias hizo que conociera a la mujer más increíble que jamás hubiera podido imaginar.

Me llamo Carlos, y tengo 41 años. Esta historia empezó una calurosa mañana del mes de julio de hace 8 años. Por aquella época trabajaba en una multinacional donde compartíamos el coche de empresa entre dos personas. El día anterior mi compañero había dejado el coche en un parking próximo a su casa y yo tenía que ir a buscarlo por la mañana para ir a ver a un cliente. Era una faena porque el parking estaba algo lejos de mi casa y tuve que levantarme pronto para ir a buscarlo.

Al llegar donde estaba el...

El Peregrino: Aquí te cojo aquí te follo.

Un peregrino se pierde por la Galicia profunda y encuentra como salir de ello y saciar su sed...

Recomiendo leer https://www.todorelatos.com/relato/137914/

Llevaba ya tiempo peregrinando por esos caminos de Dios, con el rabo bien tieso y sin poder mojarlo, más allá de alguna ocasional pajilla tras ver los delicados encajes de algunas compañeras peregrinas o algún furtivo felpudo tras la clásica meada tras la mata de turno.

Llevaba esa mañana una sed de carajo, y no acababa de encontrar un rico manantial, ni una escasa fuente en la etapa escogida, de mi particular camino Finis Terrae.

...

La apuesta.

Hay cuestiones que no deben apostarse entre mujeres.

Esta historia nos ocurrió a Antonia y a mí, Carlos, hace ya unos años, al poco de estar juntos. Antonia tenía entonces 28 años y yo 35. Antonia es una morena guapa, ojos marrones, pelo castaño muy abundante y una nariz igualita que la de Julia Roberts. Metro setenta de altura, pecho abundante, pero no excesivo, bonitas piernas y bonito culo. Yo soy de lo más normal del mundo, moreno, un poco más alto que Antonia y delgado, vamos del bulto.

Entonces, igual que ahora, enamorado de Antonia y creo que ell...

Mi marido quiere mirar

Siempre me ha gustado el sexo con maduras. Empecé por casualidad con algunas vecinas y acabé descubriendo que me excitaba mucho más liarme con una cincuentona bien conservada, que con una niñata de veinte años. Podría haberlo puesto en trios, pero creo que encaja mejor en esta categoría.

Siempre me ha gustado el sexo con maduras. Empecé por casualidad con algunas vecinas y acabé descubriendo que me excitaba mucho más liarme con una cuarentona o cincuentona o sesentona bien conservada, que con una niñata de veinte años, o tiquismiquis o muy lanzada y sin ninguna sutileza. Las maduritas son más tranquilas, más suaves, pero también más experimentadas, más dispuestas a probar cosas nuevas. Y también tienen menos soberbia y agradecen mejor el “cariño” que reciben.

Pero también es más difíc...

Devolviendo la sonrisa a una mami.(II)

La tarde se convierte en noche.

Con un especial saludo para Isabel y Ana.

___________________________________________________________________

La acera era amplia y estaba protegida por una hilera de coches aparcada.  Así como, cada ciertos metros, por árboles jóvenes, de poca altura y algún que otro banco entre medias.

Y, aunque es cierto que ya era de noche, la luz de los escaparates, de las farolas y de una preciosa luna, hacía que se pudiera distinguir...

ENSEÑANZAS DE RANCHO… 2La abuelita roba leña

- Fermín soy una vieja, no tengo ni dientes, - pues así está mejor abra bien la boca y chúpemela hasta que se me ponga mas dura y mas mojada

La abuelita roba leña

Al terminar las jornadas de trabajo en la clínica, un rato de esparcimiento siempre son necesarias para despejar la mente y relajar el cuerpo. Caminar por las veredas, entre el campo y los árboles era mi pasatiempo. Nunca lo hacía sola, pues aún cuando mi figura era de autoridad… en el rancho nunca se sabe.

Una tarde caminando en una vereda con Mariana, la señora que siempre me cuidaba y me acompañaba durante mis consultas  a domicilio, nos percatamos que se escuchaban jade...

Devolviendo la sonrisa a una Mami.

Ella necesitaba volver a sentirse mujer.

Ella sabía que iría a recogerla, así que aparqué en doble fila, en frente de su portal.

Apenas se hizo de rogar y cuando abrió la puerta, mis colmillos crecieron unos centímetros.

Venía con un vestido minifalda rojo, que se le pagaba perfectamente al cuerpo, resaltando todas sus curvas. Me miró con sus preciosos ojos verdes y me sonrió. Sabía que iba espectacular y quería provocarme.

No se engañaba tampoco. Sabía que me gustaba y que iba a terminar follándomela. Sabía que quería jugar conm...