El monasterio
Una pareja fogosa, una noche de tormenta, un siniestro monasterio, una misteriosa orden...
EL MONASTERIO
-¡Ay! El quejido de Alejandra se mezcló con un gemido.
-¿No te gusta? Preguntó malicioso Emilio.
-Sí pero no seas tan bruto. Hazlo con más delicadeza.
Él volvió a pellizcar sus pezones, notando como el cuerpo de la mujer se tensaba bajo su tacto. Luego sustituyó una de las manos por la boca, chupando, lamiendo y mordisqueando la dilatada tetilla, mientras sus dedos se abrían paso entre los labios de la vagina.
-¡Vaya! Le dijo-, qué lubricada estás.
-S...