Verano del 44
Sus labios se separan el tiempo justo para mirarse a los ojos. La mirada de ella es dulce y apaciguadora, la de él es oscura y melancólica.
El bombardeo duraba ya cuarenta y cinco minutos. Los obuses caían cada vez más cerca rociándolos con tierra y metralla.
-Baja la cabeza idiota. –le dijo al chico a la vez que empujaba su casco hasta el fondo del pozo de tirador. –Y sigue practicando con el cañón de la MG, dentro de un rato nuestra vida dependerá de lo rápido que lo hagas.
-A sus órdenes Feldwebel March -respondió el chico cogiendo el arma y el cañón de repuesto con sus manos temblorosas.
-No, así no. Con los guantes ig...