Reencuentro

Dicen que todo lo que nosotros estamos buscando, también nos busca a nosotros y que, si nos quedamos quietos nos encontrará

De: MJRC mjrc@gmail.com

Para: JAPD japd@yahoo.es

Enviado: lun,20 febrero, 2017 15:28

Asunto: Reencuentro

Hay una autora que me encanta que, en uno de sus libros dice algo que me ha venido a la memoria después de verte hoy:

*"Dicen que todo lo que nosotros estamos buscando, también nos busca a nosotros y que, si nos quedamos quietos nos encontrará. Es algo que lleva mucho tiempo esperándonos. En cuanto llegue, no te muevas. Descansa. Ya verás lo que ocurr...

Mi deseo

En realidad mi deseo es muy primitivo...

MI DESEO

En realidad mi deseo es muy primitivo...

Mi deseo es muy de piel... Tengo que estar en presencia de alguien que lo despierte, y que lo provoque. Sólo así surge y me dicta que hacer....

Mi deseo es avasallador; una vez que se desata, no lo puedo contener, y no puedo evitar dejarme llevar por él, por el impulso, por esa necesidad absoluta de satisfacerlo...

Mi deseo es carnal. Siempre es roce, contacto, piel... nunca quiere quedarse en fantasías, por más que se alimenta de ell...

Vacaciones

Suspiré de deseo. Él se entretuvo mirándome a los ojos, deslizándose como el reflejo del sol sobre el mar. Te prometes que no volverás a cometer un error, y de repente todas tus intenciones se transforman en papel mojado.

Desperté por el calor. Sentía la piel húmeda y la bajera apegada, y la sábana molestándome en la punta de los pies. El sol filtraba a través de la persiana una luz fina e intensa que repicaba en aquel gran espejo alargado. No debía de ser primera hora. Me sentía descansada, como después de un sueño eterno. A mi lado, Alberto dormía, también desnudo, con esa respiración lenta y profunda que me tranquilizaba durante las noches de insomnios, como un punto de apoyo cuando ante ti sólo ves un mundo pesadísimo y...

Mejores Amigas (2)

-Si me cambiarías por Marcela. Tengo mejor cuerpo, cojo mejor y hago de todo. –Llevé mi mano hasta su entrepierna.

Me quedé un rato platicando con ellas sobre la relación lésbica que planeaban tener. Mi amiga Karla se veía muy decidida. Me tomó por sorpresa su confesión pero no me asustó, pero a mi hermana no la veía muy convencida, al contrario, la miraba confundida pero pensé que esta relación podía aclararle muchas dudas.

Al final del día, me pidieron que me uniera para festejar pero les dije que venía bien cogida y que quería descansar.

Fui a comer, regresé a la cama de mi hermana y cerré mis ojos, a...

Una mañana de sexo matrimonial

Al despertarnos, empecé a acariciar la barriga de mi mujer, me excita tocársela; para no hacerla enfadar sólo estuve un ratito y quité la mano, pero ella me dijo que si quería podía seguir, eso fue una señal inequívoca de que podíamos tener sexo, después de un mes de sequía

Ayer domingo por la mañana, al despertarnos, empecé a acariciar la barriga de mi mujer (tiene algo de barriga y me encanta, me excita tocársela); para no hacerla enfadar sólo estuve un ratito y quité la mano, pero ella me dijo que si quería podía seguir, eso fue una señal inequívoca de que podíamos tener sexo, después de un mes de sequía.

Así que empecé a besarle, por encima del pijama, su espalda, hombro, brazo, pecho, barriga, cadera, culo, pierna… y me lancé a desnudarla, primero el pijama y luego...

La dependienta

He ido muchas veces a esa tienda pero un día estaba más simpática que los otros días, era un día nublado y justo cuando me disponía a salir de la tienda empezó a llover no mucho, y ella me dijo:

Por temas de Trabajo tengo que ir muchas veces a una tienda a recoger lo que me piden, allí trabaja una mujer de unos 40 años, bajita de 1,60 más o menos, algo rellenita con unos pechos bastante grandes y un culo también grande, es una mujer de trato agradable, tiene el pelo negro hasta los hombros y ojos oscuros.

Tengo 28 años mido 1,80, tengo el pelo castaño, ojos marrones y llevo gafas, mi cuerpo es normal ni delgado ni gordo, voy al gimnasio.

He ido muchas veces a esa tienda pero un día esta...

Noche de cachondeo a más de 30.000 pies (epílogo)

Un hombre de negocios y su secretaria viajan en avión a Nueva York. Este epílogo solo puede interesar a los lectores que hayan leído la historieta desde el principio.

¿Todo bien? –preguntó la azafata a María Tenas y al señor Gómez, hablando en voz baja para no despertar a la otra pasajera.

¡Ah, sí, muy bien, gracias! –respondió ella muy despierta y risueña, mirando directamente a los ojos de la chica.

¿Desean ustedes algo?

¡Uy, si tú supieras lo que deseo!, pensaba María sin dejar de fijarle la mirada en los ojos. Encontraba que aquella muchacha era era un bomboncito encantador. Pequeña. Con una melenita de cabellos rizad...

Noche de cachondeo a más de 30.000 pies (3ª parte)

Un hombre de negocios y su secretaria viajan en avión a Nueva York. Los jueguecitos eróticos con los que se entretienen junto con otra viajera llegan a su punto álgido.

El morreo de coño no empieza bruscamente. Antes de poner los labios sobre los labios del sexo, parece como si María Tenas solo quisiera acariciar con la mirada. En efecto, la mujer, sentada en el regazo del señor Gómez y con las piernas bien abiertas, siente la mirada sobre su sexo como si fuera una caricia. Se siente acariciada físicamente y reconoce que se sorprende de que esto no le incomode en absoluto. Que pueda considerarse una experiencia agradable. Además, aquel señor, cuando ella se sentaba sobre s...

Reconstrucción

Fue entonces cuando vi que quizás algo no funcionaba, como el anterior sábado, cuando después de dos semanas sin intimar, yo me vestí con la transparencia que tanto le gusta pero él puso una excusa y quiso dormir.

Me levanté, apilé los dos platos y los dos vasos y los llevé a la cocina. Marcos no se movió, no me siguió con su botella de vino y la mía de cerveza, y las sobras de pan y fruta. Ni siquiera lo reunió todo en un rincón de la mesa, como hacía a veces. No me importó demasiado. De hecho, entonces, todavía no me había dado cuenta de aquel silencio. Había sido un día largo también para él, y sin embargo al llegar a casa me había encontrado la cena hecha, la mesa puesta y el beso de bienvenida, esas pequeñas rut...

Noche de cachondeo a más de 30.000 pies (2ª parte)

Un hombre de negocios y su secretaria viajan en avión a Nueva York y hacen partícipe de sus jueguecitos eróticos a la viajera que ocupa el tercer asiento de su fila.

Así seguían. María Tenas, desmadejada sobre el asiento de la ventanilla, con las piernas al aire hasta las ingles, parecía estar dormida. La mujer recatada, junto al pasillo, también había cerrado los ojos sentada de costado con la cara vuelta hacia los otros dos. Y el señor Gómez, sentado entre las dos mujeres, que era el único que mantenía abiertos los ojos y se preguntaba interiormente porqué en los aviones no pueden pasar mejores películas.

Se oía un pequeño ruido, quizá de alguien que jugaba...