La línea del vampiro.9. Celos.

- ¡No hay término medio, Sarah! No puedes elegir vivir entre humanos y olvidarte de quién eres. Sonreí levemente, con autosuficiencia.

Básil se movió lentamente, y se inclinó por el borde del edificio. Observó lo mismo que había estado observando yo, a Evan.

La luz se apagó finalmente, pero la chispa de ira de Básil no era tan difícil de apagar. Su voz sonó acusadora en todos sus tapices.

  • ¿Te interesa ese humano, Sarah?

Me mantuve quieta, sin saber muy bien qué responder ante eso. El vampiro continuó por sí solo la conversación, manteniendo los ojos fijos en la ventana de Evan.

  • ¿Y bien? ¿No me respondes?-sus fac...

La línea del vampiro. 8. Sentimiento y vigilancia.

- Podré esperar, pacientemente. O si no saldré a buscarla yo mismo – y Evan dejó salir a flote una reluciente sonrisita de suficiencia.

Había huido como una miserable cobarde. Y espantada, bastante. No por Evan, sino por mí. Le había contado a ese desconocido lo que sólo sabía mi padre y yo misma. Ni siquiera el nido de donde me había escapado lo sabían.

“Bocazas”, me dije en mi fuero interno.

Pero la intriga me había vuelto a vencer esta vez, y descansé en la cima de un edificio, donde no podía ser vista fácilmente, ni por arriba ni por abajo, y como extra obtenía una buena vista periférica.

Esperé pacientemente a Evan ha...

La línea del vampiro. 7. Caída libre.

Ese mismo suspiro de antes se quedó a la mitad en cuanto un dulce aliento acariciaba mi nuca. Me sobresalté en cuanto sus ojos azules se fijaron en los míos. Intenté recuperar la compostura de mujer fría y distante.

Había caído totalmente en su juego.

¿Qué hacía aquí otra vez? ¿Le estaba buscando? “Buff”, lo único que podía decir con cierta lógica. Y aquí estoy: en el mismo sitio, con la misma copa y con un conjunto de ropa igual de rompedor que el de anoche.

Había vuelto a ese lugar predilecto en mi línea de opciones sin querer, y cuando quise darme cuenta, ya había pedido una tercera copa, pero diferente esta vez.

Esta vez la música no lograba distraerme, en absoluto. Inútil, burdo, banal.

Y c...

La línea del vampiro. 6. Contacto.

- Tengo cosas que hacer- dije, buscando una escusa. Su corazón latía al ritmo de la música. - Mentirosa- repuso él.

Por fin mi sed estaba siendo más o menos aplacada. El chico de la anterior noche me había saciado casi por completo, y la sed había pasado a segundo plano en mis prioridades.

La noche era algo más importante ahora.

El sol no me dañaba, y podía pasear libremente por la calle en plena luz del día, pero escuchar cien latidos al mismo tiempo cada segundo no era nada cómodo para mis sentidos, y siempre terminaba cediendo a la soledad del día.

La tranquilidad de la noche era mi lugar, sobre todo...

La línea del vampiro. 4. Callejones (flashback)

Una gota de sudor se deslizaba por mi frente, y un ligero suspiro se deslizó a través de mi boca. Un segundo después lo tenía observándome, y al siguiente sus ojos estaban chocando contra los míos.

No tenía escapatoria. Yo podía verle perfectamente, él también a mí. Sus ojos color carmín observaban cada movimiento de mi cuerpo, cada movimiento de mis ojos, mis dedos, mis pies… Me tenía totalmente acorralada.

Deslicé el peso de mi cuerpo a la izquierda, en un ligero intento de deslizarme en un callejón en el que mi cuerpo era capaz de deslizarse. Llevaba directamente al castillo, pero eso no me importaba. Daba la sensación de que aquel hombre quería que fuese a ese agujero.

Era una trampa. ...

La línea del vampiro. 2. Básil.

Mis pies me llevaron hasta mi habitación, donde sabía que se encontraba algo o alguien. Extendí mis colmillos y abrí la puerta lentamente. Una corriente de aire azotó mi pelo.

Todavía me estaba relamiendo de esta presa tan jugosa. Su sangre me había satisfecho totalmente. Bueno, no totalmente, pero sí lo suficiente para poder aguantar dos noches como mucho.

Mi sed no había sido aplacada totalmente, sólo era más llevadera para pasar el rato.

Arrastré al chico hasta un callejón oscuro. Su corazón latía débilmente, pero llevaba un ritmo regular. No estaba muerto; sólo inconsciente y débil por la pérdida de la sangre.

Cualquiera que pasara por allí pensaría que el p...

La línea del vampiro. 3. Sangre noble.

Los motivos para escapar del castillo de mi padre eran bastante obvios: la falta de libertad, donde las paredes se volvían claustrofóbicas, y donde mi sed era ordenada por un horario estricto de mis presas. La soledad me enloquecía.

¿Que yo no comprendía lo que significaba tener sangre noble?

¿Y qué si mi sangre era diferente? Sangre pura de vampiro, sin ninguna alteración por los pasos de los años, como si yo fuera el primer  vampiro hecho en la historia. Y no, no sólo era eso lo que me hacía diferente al resto: yo no había sido creada, yo había nacido.

Crecí, me eduqué como cualquier niño humano, siempre bajo la atenta mirada de miles de ojos esperando cualquier cambio imperceptible en mi cuerpo. Yo no era única, pero sí...

La línea del vampiro. 1

Les miraba, les incitaba, les calentaba y finalmente era yo la que saciaba mi deseo, no él.

Eran los mismos síntomas de siempre: boca seca, un fuerte dolor en la garganta y, lo que realmente me molestaba, la ardiente sed de sangre humana.

No era más que el principio de la noche y ya estaba sedienta. “Normal”, pensé. No me había alimentado bien en unos cuantos días. El viaje a través del campo a esta ciudad me había agotado, y no había mucho que cazar excepto algún que otro granjero. Eran realmente deliciosos, por su forma de vivir tan alejada de productos químicos y alimentos grasos. Pero, s...

Venus, room 6

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Atravesó, silencioso, el también silencioso pasillo que daba al lujoso salón de la habitación número 6 del hotel Venus. Mientras lo hacía, pasó junto a una puerta entornada. De aquella habitación surgía una fina línea de luz, acariciando el suelo bajo sus pies. Consiguió reprimir, a duras penas, las ga...

Madriles

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MADRILES

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Allí estaba por fin, yo, Gabriel Montero, a mis 31 años. ¡Qué pena, Dios, qué pena que esto no sucediera hace… ¿Cuánto tiempo? ¡Diez, mejor doce, trece años! Cuando tenía 18, 19 años, cuando todavía mantenía intacta, pujante la ilusión, las ganas de triunfar, de comerme el mundo. Sí, las ansias de triunfar, de llegar a lo más alto, al cénit de la gloria se me habían reverdecido desde aquel día en que casualmente, sin buscarlo ni esperarlo, apareció la oportunidad por la que tant...