Cuando se cruza el límite, nadie sabe ...
Ana se descubre a sí misma
Estaba terminando de cepillar a Tremeño, el caballo de la señorita Ana. Sin darse cuenta del paso del tiempo, había anochecido. Perdido en sus pensamientos, Miguel seguía pasando el cepillo por la brillante crin del semental, cuando oyó un ruido a sus espaldas. Se giró rápidamente…
- ¡Ya es de noche y todavía no has terminado tu trabajo, inútil! ¡En lugar de tener la mente perdida en mil tonterías, deberías aplicarte más y fijarte en lo que estás haciendo! ¡Me dan ganas de echarte a la calle d...