Hyoga miró a su alrededor. La ventana estaba abierta, las cortinas se movían mecidas por la suave brisa. La única luz natural que entraba era la de la luna llena, el efecto era una colección de sombras sobre las paredes, sobre las sábanas de la cama, sobre los muebles. Sobre el rostro de Ikki.
Ikki. Que se encontraba de espaldas a él en silencio. Y cuando la música empezó a sonar no pudo evitar sonreír. No sabía porqué siempre había imaginado que al moreno le pegaba que le gustase ese grupo en concret...